Cinema 3

Pues bien, amigos, he visto Lost in Translation, tal como quería. Me acompañaron Engel, Lowfill y Arcandolf, a quienes agradezco el excelente rato.

Sobre la película haré un post aparte, pero por lo pronto comentaré sobre cosas varias del día, como para no tener que decirle a Lucas que nunca tengo nada que contar. Él tiene razón… siempre hay algo que contar.

  • Apenas abrí los ojos me puse a leer Don Quijote. El libro (o más bien el conjunto de los dos) es muy bueno, no puedo negarlo, pero debo aceptar que ahora que estudio literatura he querido alejarme mucho de la literatura hispanoamericana. Bueno, para ser sinceros, nunca he estado muy cerca de ella. No obstante, ahora sí que quiero salir corriendo.
  • Mientras me alistaba para irme a Atlantis redescubrí el placer de cantar canciones de Billy Joel a voz en grito, especialmente Honesty y Just the Way You Are. Fue una excelente idea comprar ese cd de Billy…
  • Hay que aceptar la realidad: el cabello crece, y el mío no es la excepción. Ya se está convirtiendo de nuevo en simple material de trenzas y colas de caballo.
  • A Lucas me lo encontré donde menos lo esperaba, y a tiempo. Me entregó un dibujo reminiscente de Odilon Redon, mi pintor favorito. Una obra de arte de él, para mí, ¡qué bien!
  • Lowfill tuvo la buena fortuna de divisar mi chaqueta rosada en lontananza (vaya prenda infalible) y se unió a la pequeña comitiva. Fue muy curioso ver de repente a alguien parado al lado nuestro y tener la certeza de que éramos los que debíamos ser.
  • El encuentro de Arcandolf fue memorable. Estábamos apenas entrando a la fila de la taquilla cuando un hombre se aproximó y preguntó si nosotros éramos los de la Open List (muy al estilo de “¿ésta es la fila para el bus que va a Las Aguas?. Diría yo que corri? un gran riesgo, podíamos haber sido cualquier partida de paisanos en busca de la felicidad del séptimo arte; sin embargo, Arcandolf aseguró que nuestra apariencia distaba de la del cliente de Atlantis promedio. Yikes! We’re freaks and you can tell from afar!
  • Creo que el cine contemporáneo se ha hecho para que los cortos sean más interesantes que las películas. Vi un montón de cortos de películas que posiblemente resulten muy, muy sosas.
  • Lost in Translation me pareció una película muy linda… Pero como ya dije, merece post aparte.
  • Después de la película nos fuimos a comer un bizcocho en Pan Fino. No sé qué tal hayan estado las canastas de nueces de Arcandolf y Lucas, y la milhoja con mermelada de Lowfill… em… me pareció bastante peculiar, pero mi pastel de carne estuvo muy rico.
  • Pasaron tres personas por la panadería pidiendo plata para pagar un funeral. Mostraban el certificado de defunción de la persona, lo cual daba una sensación de extrañeza y vacío… No sabría qué más decir al respecto.
  • Acompañé en transmilenio a Lucas a la 45, después de lo cual nos dividimos y, mientras él visitaba a su mamá en el hospital, yo volví a mi hogar. Fue un buen día.

Fue una buena ocasión para salir de la rutina… Creo que ahora podré resistir un par de días más haciendo exactamente lo mismo de siempre. Después de soñar un poquito con Tokyo, sus enceguecedoras luces y sus hombres locos, volveré a sumergirme en el mundo de Don Quijote, el transmilenio y los días que se suceden como copias de una misma obra en una librería.

SUENA: Electrical Storm — U2

Cinema 2

Como decían en Jesus Christ Superstar: “Then we’re decided.”

Lugar: Atlantis Plaza

Fecha: Marzo 6, 2004 (Sábado)

Hora: 1:30pm (la película empieza a las 2:10pm)

Película: Lost in Translation (más conocida en Colombia como Perdidos en Tokio)

Precio: $12.000 normalmente, $9.500 con bono de descuento (sale en El Tiempo)

Recomendación: Confirmar participación. Si para mañana (viernes) en la noche no aparece nada en el recuadrito de los comentarios, llego a la hora que quiera directo al cine y no espero a nadie.

Be there or be square.

SUENA: Here It Comes Again — Melanie Crisholm

Cinema 1

Mi iniciativa de la película tuvo más acogida de la que yo esperaba. Como no se trata de elegir una pareja de baile (para eso sí los veo huyendo) ni de hacer algún tipo de concurso cazatalentos, me parecería genial que todos aquellos gentiles interesados en Lost in Translation nos reunamos y la veamos juntos. Por supuesto que llevaremos en el corazón a los que se hallan en otras latitudes (jeje, qué cursi soy).

Debido a que no soy capaz de perder clases y los días de gracia económica en los cines tienen todos restricciones relacionadas con mi educación (se cruzan), considero que la película deberá ser vista un día del fin de semana. Según terra.com.co, los únicos cines que están presentando la película son Cinemanía, Unicentro, Andino, Atlantis y Bima. Por obvias razones dejo a Bima fuera de concurso. Andino sólo da la película a las 9:15pm, por lo cual también queda afuera. Unicentro me parece un robo y aun cuando es fácil ir hacia allá desde mi hogar, por extrañas razones es imposible regresar (¿la de ese bus es una ruta sin retorno? misterio…), así que lo tacho de la lista.

¿Qué nos queda? Muy bien, amiguitos: Atlantis y Cinemanía. Atlantis cobra $12000 los fines de semana, pero si no estoy mal, cuando uno presenta esos recorticos maravilla que vienen en El Tiempo, el precio baja a $9500. Presentan a las 2:20pm y 9:45pm. Allí ganaría la función de 2:20pm.

Cinemanía cobra $10000 los fines de semana, presenta a las 2:00, 5:00 y 7:00pm. Las funciones de 2:00 y 5:00 son posibles mientras haya compañía al transporte.

Habiendo expuesto los anteriores puntos… ¿Qué opinan? ¿Aún quieren ir? ¿Qué día y a qué hora? RSVP, ASAP!

SUENA: Games People Play — Alan Parsons Project

Satou San wa kaishain desuka? Iie, Satou San wa kaishain jya arimasen…

No se me ocurre nada que decir. O más bien sí, pero son cosas poco o nada importantes. Aquí van.

  1. Después de más o menos 10 horas seguidas de hacer ejercicios de japonés en hojas de cuaderno, no sé cómo no he roto los libros ni botado el diccionarito hipermoderno de Minori contra la puerta. Tuve que parar durante una hora y media no por sueño ni por cansancio, sino porque mi mano simplemente ya no respondía y el dolor que producía su uso en tan particular labor como escribir me mandó directamente a la cama. Aún a riesgo de sonar zalamera agradezco a los que en algún momento de la insomne noche me acompañaron (en especial a Changhee y Minori… su compañía salvó lo que queda de mi integridad mental).
  2. Instalé hace poco la compatibilidad con caracteres japoneses para Office. Haciendo una hermosa labor de copy + paste puedo decir cosas en msn hasta con los kanji que no me sé. ¿Que para qué me sirve la compatibilidad con caracteres japoneses para Office? Eh… Sí, claro, pasemos al siguiente punto.
  3. Estoy planeando una salidilla a cine, a ver Lost in Translation. ¿Alguien se apunta? Nota: no garantizo helado/café/gaseosa pre- o post-cine debido a mi paupérrima condición de estudiante, y prefiero ir a cine de día a no ser que la compañía a Transmilenio esté asegurada. Bah, ya me vi yendo sola.

Y ya… Esta maña de escribir burraditas en las mañanas siempre me cuesta caro (o sea, se me está haciendo tarde para ir a clase de japonés…). Me duele mucho el pulgar derecho después de una noche tan productiva y tan falta de sueño. No puedo creer que, al menos durante las primeras seis horas y a sabiendas de su condición de pesadilla de aquellas en las que uno corre y no alcanza, hubiera disfrutado la tarea (pero ya veremos cómo me cambia la cara ahora que me ponga a terminar el ensayito este que tengo pendiente sobre el Popol Vuh).

SUENA: Move Your Feet — Junior Senior

3×5

Today skies are painted colors of a cowboy’s cliche,

And strange how clouds that look like mountains in the sky

Are next to mountains anyway!

Didn’t have a camera by my side this time,

Hoping I would see the world through both my eyes;

Maybe I will tell you all about it when I’m

In the mood to lose my way,

But let me say…

“Recordar es vivir”, suspiró mi papá hace un par de días mientras contemplaba una foto de mi partida. Viniendo de él, esta frase cobró un peso especial. Las fotos han estado presentes en casi todos los momentos de mi vida. Toda persona, paisaje, objeto que merezca ser recordado, tiene su respectiva foto. Una vez mi hermana y yo le tomamos una foto a un par de pilas marca “Pannasuanic”, simplemente por lo graciosa que nos parecía esa distorsión de Panasonic. Nos hemos tomado fotos porque tenemos un peinado particular o porque nos vestimos de un modo particular, le hemos tomado fotos a la dalia del jardín porque está recién florecida; he tomado fotos desde casi todos los aviones en los que he viajado, de las cuatro estaciones vistas desde una misma ventana, de restaurantes en los que he comido y de personas que me han parecido amables.

Sin embargo, hay fotos que solamente residen en mi cerebro.

You should have seen that sunrise with your own eyes!

Cada vez que voy a la finca de mis abuelos, en Puerto Boyacá, mis ojos se llevan un festín que desafortunadamente no puede ser capturado en fotos; no es lo mismo, todo un pedazo de mundo encerrado en un rectángulo… Nubes de mariposas azules con visos verdes, una ceiba inmensa con un nido de águila en la copa, un árbol inmenso con espinas por todo el tronco, un atardecer rosado con nubes encendidas de carmín frente a mí mientras la luna emergía de la negra silueta de la sierra a mis espaldas… Todo eso se queda conmigo…

También se quedará conmigo una luna anaranjada, una calabaza en el cielo que vi volviendo a Colombia después de un viaje alos 14 años. Intenté tomar una foto, me quise aferrar a esa imagen desesperadamente… pero fracasé estrepitosamente. Esa luna se quedará dondequiera que yo esté, al igual que la llamada harvest moon que me aterrorizó en las noches de otoño en Dubuque… Tan inmensa, tan roja, era como estar en otro planeta de repente. Y todas esas lunas amarillentas sobre el horizonte bogotano…

Today I finally overcame

tryin’ to fit the world inside a picture frame…

Napa Valley. Creo que es ésta la esencia de todo lo que estoy escribiendo ahora; un paseo por el Cielo después de meses de vivir un infierno nevado… No sé si me haya parecido tan bello justamente por la urgencia que tenían mis ojos de volver a ver el color verde. Lo que sé es que ese día vi tantos, pero tantos paisajes hermosos, que tuve que renunciar a filmarlo o a atraparlo en fotos para tratar de hacerlo permanecer únicamente en la memoria. Un bosque con los rayos de sol filtrándose, colinas que me recordaban a la Sabana de Bogotá… y el mar… el radiante mar… ¡Qué difícil es explicarlo! ¡Qué difícil es transcribir el color de los viñedos y el tamaño de las flores cuando se los ve por primera vez después de meses y meses de chamizos congelados!

Nada de esto lo podré explicar de manera concreta. Nunca comprenderán de qué hablo, qué he visto; y aún si existiera una foto para probar que lo que vi es lo que recuerdo, ésta no se equipararía jamás al momento en que mi estómago pareció contraerse mientras mis ojos y mi boca se abrían involuntariamente y yo agradecía estar completa en ese momento para vivirlo, para dejar las máquinas que guardan memorias en mi regazo y contemplar un mundo que, después de todo, a veces nos guiña para que no nos cansemos de caminar por él.

You’ll be with me next time I go outside:

No more 3×5’s…

SUENA: 3×5 — John Mayer

“Yo me imagino a Sancho como una mezcla de un panda y el mocho Sánchez”.

—Glorita

Tormenta surrealista en blanco y negro

Anoche, mientras dormía, empezó a llover. Creí que ya había dormido varias horas cuando abrí los ojos en medio de la oscuridad de mi recinto, pero apenas habían transcurrido dos horas. Entonces, mientras intentaba comprender que el reloj despertador no había enloquecido y en realidad había dormido apenas dos horas, la lluvia de fondo, que por lo general me ha parecido un sonido sumamente sensual, se convirtió en un estruendo que amenazaba con horadar la fachada de mi casa. Intenté oír el tintineo del agua deslizándose por la canal y la bajante, pero éste era escaso mientras reinaba el rugido de la tormenta, una tormenta como de piedras, como lanzada con rabia hacia la ciudad indolente.

Intenté dormir de nuevo. Lo logré por un breve lapso.

Mi mente intentaba penetrar el territorio de los sueños cuando un puño sobrenatural golpeó mi ventana, como queriendo romperla para atacarme. Fue un golpe seco que me dejó aturdida y con los ojos abiertos de par en par. Había caído un rayo monumental a muy poca distancia de mi casa. Varias preguntas inundaron mi cabeza como el cielo que seguía descargando su rabia. ¿Estaba mi familia despierta para presenciar esto? ¿Eran realmente las once de la noche? ¿Dónde estaba la gente sin hogar durante tempestades de esta magnitud? ¿Era ésta la peor tormenta presenciada por mí? Sólo obtuve respuesta a la última pregunta. No.

La peor tormenta, descontando los monumentales pero usuales temporales en Puerto Boyacá (qué más se puede esperar del borde de la selva), ocurrió en Dubuque, Iowa, durante la noche de agosto 21, 2002. La primera noche que pasé en ese pueblo. El cuarto se iluminaba por completo con los relámpagos, y los truenos eran tan fuertes que se sentían como un verdadero bombardeo. Esa noche temí que el edificio se fuera a caer y definitivamente no pude dormir.

Me acomodé en las cobijas como mejor pude en medio de la oscuridad que había convertido todo mi mundo en un caos en blanco y negro. Cerré los ojos y esperé a que mi cansancio pesara mucho más que el ataque celeste.

Desperté de nuevo. Era hora de sentarme a escribir mi ensayo para Historia Cultural de la China. La lluvia no parecía haber ocurrido nunca; todo era silencio absoluto. Un silencio tan puro, que sólo acerté a imaginar que la tormenta había arrasado con todo aquello que pudiera producir ruido, con todo allá afuera. Había sido una noche de pensamientos tan extraños, de una completa pérdida del color acompañada de la grotesca distorsión de la lluvia nocturna (¿era agua? ¿era granizo? ¿eran piedras? ¿eran gotas o un solo baldado gigantesco y furioso? ¿era mi vida una frenética mezcla de témpera blanca y negra?), que retornar a la realidad de los amarillos y azules no me parecía meritorio. Mi propia alcoba se había trasladado a una dimensión completamente ajena a la realidad. Habría sido mucho mejor si hubiera podido seguir protegida por la seguridad de las cobijas hasta el alba, hasta la victoria absoluta del color sobre este lado de la Tierra…

Pero tuve que encender la luz y dañar toda la magia. Ahora tengo que escribir sobre el Huang Ho, el Río Amarillo, asegurando definitivamente el fin de este remolino de témpera, de esta tormenta surrealista, de este sueño que tuve con los ojos abiertos.

SUENA: I Can’t Help Falling in Love With You — Hi-Standard

Las cinco del viernes después de la tormenta

Variadas pero pesadas.

1)Si pudieras viajar 7 años hacia el pasado ¿Qué advertencia te darías a ti mismo(a)?

Ninguna. Creo que el efecto de verme a mí misma en el papel de fantasma de la navidad futura sería muchísimo peor que cualquier advertencia pasada por alto. Además, quién sabe cuántas cosas buenas estaría anulando si esquivara algunas de las malas.

2)Define tu vida en solo 3 palabras.

Mucho que contar.

3)Tu casa se está incendiando.Todos tus seres queridos y mascotas ya están a salvo, y sólo falta que salgas tú. Sólo hay tiempo de cargar con un objeto de tu habitación ¿Qué cosa rescatas?

No creo que a mis seres queridos les guste la idea de tener que esperar a que la señorita salga dentro de un rato porque justo ahora se le dio por buscar un objetito especial en su habitación cuando en cualquier momento podría volverse antorcha viviente. Prefiero bajar los tacos al salir de casa y asegurarme de que la estufa quede apagada.

4)¿Qué tienes actualmente como wallpaper en tu monitor?

Un atardecer en St. Louis, Missouri, con las casas bañadas en sombras y ámbar y el Gateway Arch brillando tenuemente al fondo, tomada durante el inexplicable paseo que Minori y yo efectuamos a esa ciudad por épocas de Thanksgiving.

5)¿Qué es lo más aterrador que podría sucederte?

Podría explotar una bomba nuclear justo en el lugar donde me encuentre, haciendo que la piel se me caiga en tiritas y cuelgue de la punta de mis dedos, los lentes se me derritan dentro de los ojos, mi pelo se convierta en agujitas muy derechitas apuntando a todas partes y lo que alguna vez consideré mi mundo se convierta en el mismísimo infierno. Claro que si los lentes se me derriten en los ojos dudo mucho que llegue a saber cómo se ve todo después del estallido. Ah y puede que simplemente me vaporice como el señor de las escaleras frente al banco en Hiroshima.

Not funny at all.

SUENA: Old and Wise — Alan Parsons Project

Hace poco fui a ver El Último Samurai con Alfabravo. En el cinema había una persona que se reía de todo o hablaba en un tono excesivamente fuerte, lo cual se tornó molesto a medida que la trama se fue sintiendo más seria, más seria, y uno se iba metiendo más en la película. Pero bueno, no fue tan malo como el par de viejitos que tuve detrás de mí cuando fui a ver Matrix… En fin, ése no es el caso. En medio de todos esos soldados japoneses de piel morena y barba rala estaba Tom Cruise, el galán, el chacho, el que los iba a salvar a todos, el samurai de samurais ojiazul blanquito. Entonces, me puse a detallar los ojos de todos los actores, inclusive de los extras cuyo oficio era tirarse al piso en un charco de sangre de mentiras.

Minori dice que un antropólogo japonés asegura que hay un lugar en Japón cuyos habitantes tienen los ojos azules. No recuerdo bien por qué era eso, si era por mezcla con los rusos o qué; tampoco recuerdo en qué lugar era aunque Minori me dio el dato exacto… pero no logro imaginarme esos ojos rasgados, como dibujados por los mismos pinceles que escriben sus caracteres, desprovistos de un circular pozo de tinta oscura. Los ojos oscuros son abismos en los que es posible caer como Alicia camino al País de las Maravillas; cuando brillan, hay una supernova explotando en lo más profundo del espacio exterior, de un universo contenido en dos globos gelatinosos. Los ojos claros son hermosos y cristalinos, pero en ellos todo se refleja, todo rebota; son espejos. Los ojos oscuros pueden tragarme para no dejarme salir nunca, como un dulce remolino de caramelo, de tinto, como arenas movedizas del chocolate más amargo.

Vi entonces que aún el actor más feo del reparto (entre los japoneses) poseía estos ojos profundos hechos a pinceladas. ¡Cuánto quisiera ir a Japón y hallarme rodeada de esas miradas trazadas con tinta!

En fin, ver la película fue una buena experiencia, me ayudó un poco a estudiar para mi parcial de japonés (en el que no me fue tan bien como me hubiera gustado), y el señor Alfabravo me cayó bastante bien. Sé que en este punto del post no he escrito nada realmente interesante; lo ideal habría sido pegar una foto de alguno de los samurai (y sólo me salían fotos de Tom Cruise pegando alaridos bélicos).

Creo que lo que realmente quería decir es que en Japón están los hombres más hermosos del mundo… y todo esto para evadir un ensayo sobre Don Quijote de la Mancha que me pisa los talones… Ah, eso era lo otro. En la película todos eran muy disciplinados, cosa que se refleja en la realidad (los japoneses que he conocido también son muy disciplinados). Accusor dice que mi nombre real indica que soy una persona con mucha autodisciplina, pero en este momento estoy demostrando todo lo contrario. ¡Necesito disciplina urgentemente! ¡Necesito dejar este amor por el ocio de una buena vez por todas!

SUENA: El incesante tecleo de los usuarios de computadores en el edificio B de la universidad

His Master’s Voice

Qué blog tan bueno era el del MaestroZen. Qué gran blog. Hablo en serio. No puedo decirlo en un tono más sobrio. Tengo una idea de lo que quiero decir pero no sé cómo decirlo.

Voy a extrañar ese blog. De verdad que sí. Nunca conocí personalmente a su dueño, pero estoy segura de que es una persona que exuda conocimiento. Culto, actualizado, creativo, valiente en la lucha contra el frío de Illinois (sus alusiones al invierno del Midwest siempre me hacían recordar viejas épocas). Me encantaba pensar que en medio de las tediosas planicies de aquel estado él podría hallarse cocinando algún delicioso platillo con sus amigos, algo que el resto de nosotros nos limitaríamos a leer y seríamos incapaces de preparar.

Me gustaría que volviera, me gustaría encontrar de nuevo esos familiares colores, los reflejos impresos de unos ojos que han visto mucho más de lo que uno ha podido ver bajo este pequeño cielo lluvioso; pero todo cumple su ciclo, y el maestro seguramente habrá querido que éste sea el fin de ese ciclo. Espero que no se aleje demasiado de este círculo que siempre lo recordará con gratitud. Ahora que no puedo leerlo, le deseo lo mejor y espero que siga tomando rumbos tan interesantes como los que compartió con el mundo a través de su difunta página. Godspeed.

SUENA: Rhapsody in Blue — George Gershwin