Monthly Archive for May, 2012

Plural

Temo que mis palabras no alcancen a abarcar el tamaño de este momento. Por eso no escribo. Sé que no las puedo hacer mostrar lo magno que es decidir (entre dos) cuándo se va a lavar la ropa (de dos), o quién (de los dos) va a hacer qué parte del desayuno (para dos). No sé cómo darles el significado tan enorme de despertarse y decirle buenos días a una persona que está unos centímetros a la izquierda; la misma que otrora estuviera en este mismo lugar pero a miles de kilómetros de distancia.

Después de muchos meses de simular presencias en una pantalla, puse un dedo arbitrariamente en el calendario para dejar de esperar y me lancé a dibujar estelas en el aire hasta una ciudad que de otra manera no habría llegado a conocer nunca. Vine para reteñir los trazos borrosos de un par de caras en una foto mental tomada en la estación de Tokio hace años. Vine para no creer que aquí estoy, que estamos.

Esto es apenas un pestañeo de lo que me gustaría que fuera, pero procuro tomármelo como si fuera a durar por siempre. Trabajamos en nuestras respectivas cosas, vamos de compras, montamos en bicicleta, turisteamos poco. Qué bien se siente vivir en plural.

Oso de parque

Oso

Había una vez un oso que trabajaba en un parque nacional. Su labor era merodear por ahí y recoger salmones saltarines con las garras para que los fotógrafos le mostraran al mundo cómo era la vida en los parajes remotos. Cuando no estaba de turno, el oso buscaba campamentos y escarbaba las provisiones mal guardadas en busca de tostadas con mantequilla, que iban muy bien con la miel. Era un manjar difícil de encontrar, pero el oso ya se había complicado la vida con ese tipo de gustos.

El oso trabajaba allí porque hacía muchísimo tiempo habían llegado los humanos y les habían contado a todos la historia de Adán y Eva, según la cual andar por ahí sin hacer nada en lugares bonitos merecía un castigo. Entonces algunos osos tuvieron que irse a los zoológicos, otros a los circos y otros se volvieron modelos de la National Geographic en el parque. Esta era la mejor opción, a decir verdad, aunque los primeros trabajadores de los bosques habían vivido bajo la constante amenaza de convertirse en tapete o exhibición polvorosa de museo.

El oso trabajaba cada día sin protestar. Sin embargo, a veces se asomaba por las noches a mirar las fogatas de los campistas y a los humanos alrededor de ellas. ¿Qué hacían? ¿Para qué venían? ¿Quién podría convertirlos a ellos en tapete?

Con el tiempo llegó a entender que huían de sus propios zoológicos y circos, donde hacían labores dentro y fuera de sus jaulas mientras los vigilaban constantemente y les tiraban pasabocas horribles. A todos los animales los habían echado del paraíso, pero los humanos volvían cuando podían y emulaban el trabajo de los osos tomándose fotos para mostrarles luego a otros humanos cómo era el mundo tranquilo que no podían permitirse.

El oso no se explicaba cómo podía existir una especie que quisiera inventar historias para justificar el sufrimiento autoimpuesto y además extendido a todos los demás seres vivos. Tal vez la razón tenía algo que ver con las tostadas con mantequilla, tan pequeñas e insignificantes y deliciosas. Una estupidez tan placentera requería simular un sacrificio para darle apariencia de premio. Entonces, para poder llenarse de estupideces placenteras, los humanos se habían atado las manos de todas las maneras posibles. Se esperaba que los demás animales hicieran lo mismo.

Pero eso era mucho pensar para el oso. Lo mejor era trabajar, agradecer que el trabajo era fácil y seguir buscando tostadas para acompañarlas con miel. Qué gran manjar.

Glosario laboral colombiano

Es difícil hacer traducciones español-inglés cuando uno no está familiarizado con la tendencia colombiana a inventarse palabras cada vez más largas y complicadas. Creo que esta deformación del lenguaje, claramente ligada a un afán de demostrar pericia en el ámbito laboral, contribuye a enredar cualquier intento de mejora de cualquier cosa en el país. El colombiano en realidad no sabe lo que dice; bota palabras rarísimas cuyo significado se desconoce (porque para colmo no existen) pero hacen quedar bien a quien las dice, las usa con toda comodidad para describir procesos institucionales —probablemente para ocultar su ineficiencia—, las lanza como perdigones de superioridad en las discusiones infinitas que tanto ama hacer, y adorna sus documentos con ellas como si de un gran pavo navideño se tratara. Al final resulta un pavo vistosísimo pero incomible.

He aquí una lista de obstáculos con los que me topé a lo largo de esta semana de traducción en un taller sobre ecoturismo. Pese a que no lo oí esta vez, incluí el término “recepcionar” porque es horripilante y creo que nadie lo dijo solamente porque no hubo oportunidad. No incluí términos que suenan terriblemente mal pero sí existen según la RAE (como “adicionar” y “pasadía”).

articulación unión, conjunción
carreteable carretera
direccionamiento dirección
facilidad instalaciones
hacer claridad aclarar
manejar verbo comodín
manejar el tema expresión comodín
potencializar incrementar el potencial
recepcionar recibir
retroalimentación realimentación
socializar presentar, compartir
tema 1. muletilla universal, ver el tema de 2. sustantivo comodín
validar confirmar, verificar
valorar examinar
visitancia cantidad de visitas

Los invito a socializar sus aportes a este glosario. Por otro lado, los invito a abandonar esa insidiosa maña de manejar el tema de una buena vez.

Retiro

Cuando estaba estudiando literatura en la universidad, estaba segura de que la frase “viaje de trabajo” nunca entraría en mi vocabulario a no ser que me entregara a la academia y me fuera re bien o me convirtiera en una escritora famosa que va a promocionar sus libros en todas partes. De la academia decidí darme un respiro y regresar en otra ocasión (if ever) y lo de llenar libros con mis letras, aceptémoslo, jamás ocurrirá. No obstante, la vida ha sido muy benévola conmigo y ahora me dispongo a viajar por segunda vez gracias a mi nuevo oficio.

Pero ahora metámosle un pero. Voy a pasar casi toda la semana sin teléfono fijo ni señal de celular ni internet. Se supone que yo tengo experiencia en este tipo de desconexiones —en 2008 pasé diez días saltando bus-hotelucho-bus en Vietnam sin mayor noticia del mundo exterior, y fuera de la cabecera municipal de La Dorada estoy en la olla— pero ahora leo la hoja de recomendaciones del sitio donde estaré a partir de mañana y entro en un estado como de inquietud. Incomunicación total en un santuario de flora y fauna. Me siento como si me fueran a mandar a ese retiro espiritual que hizo mi amiga Lynn donde tenía que pasar días sola en una montaña sin nadie con quién hablar ni comida ni agua. Además, a falta de Internet me tocará cargar un diccionario impreso como cuando la tripulación del Enterprise se tuvo que comunicar en klingon y la cubierta de la nave se inundó de tomos viejos. Este es el futuro y todavía nos mandan a volver al papel.

Aquí va un párrafo de conclusión pero la conclusión es que estoy nerviosa. Debería estar pensando en maticas y pajaritos pero ando preguntándome qué hacer cuando me falte la información instantánea como si de café o cigarrillos se tratara. Resignarme a la ignorancia, será, y ponerme a dibujar a ver si alcanzo la iluminación.