Archive for the 'maría lucía' Category

The Ides of March

Hace un año cogí un tren bala a Kioto. Allí me despediría de María Lucía, tomaría un tren a Kobe y ahí un avión a Nagasaki. El plan era escribir sobre ese último viaje en solitario antes de graduarme y volver a casa. Algo alcancé a hacer. Primer capítulo de una serie que no tuvo más entregas.

Ya dio vuelta la espiral. Estoy en el mismo punto de partida pero un paso más alejada de todos los lugares que este mes ha contenido en calendarios pasados. Una playa. Un tren. Un túnel. Ciruelos en flor.

Qué diferencias tan grandes entre 2009, 2010 y 2011. Y entre estos tres años y el aburrimiento de 2012. No me gusta que todo se desvanezca así. Me entristece saber que estoy cada vez más lejos de allá, de todos los allás que he tenido. Me veo anclada en este escritorio y me aterra imaginarme así de quieta por siempre.

Necesito un plan de escape.

一人旅 (2)

Antes de salir de Kioto, Ueo me dio desayuno y estuvimos charlando un rato. Hablamos de cómo se siente vivir en Tsukuba y de los letreros en inglés en Japón. Ueo es una gran persona y me alegra que María Lucía haya dado con alguien así, no solo por ella sino también por nosotros que tuvimos la oportunidad de conocerlo. Cuando nos despedimos me dijo, haciendo alusión a la conversación anterior, “enjoy your happy life”.

El trayecto Kioto-Kobe-Nagasaki fue silencioso y azul. Tanto mar y cielo y letreros.

一人旅 (1)

Estoy en Kioto, en casa de María Lucía. Es mi casa favorita en Japón, creo. La luz tenue de la sala me hace pensar en películas viejas con personas en kimono. Estoy despidiéndome, se supone. Es un paseo agridulce.

A María Lucía la conocí hace un año y un par de días. Sin más referencia mía que mi blog y el hecho de ser la persona que se la pasa peleando con j., me invitó a quedarme en su antiguo apartamento a ver si por fin le daba la cara al señor que andaba de visita por las islas. Y vaya si se la di. Cara de bofe todo el santo día. El problema se solucionó eventualmente en un karaoke, pero esa es otra historia. Desde entonces tengo la impresión de haber visto seguido a María Lucía y el genial Ueo, si bien en un año no se puede andar saltando Ibaraki-Kioto-Ibaraki tantas veces.

En esta ocasión fuimos a un izakaya con afiches de Star Trek. Se supone que hubo un intento de emborracharme, o eso dicen porque no me di cuenta. Al otro día María Lucía me llevó al Castillo Nijo, me contó el episodio de las rusas obscenas que amenizaron la última visita de j., me dio chocolatina Meiji (nunca falta), me paseó por un complejo de templos donde no sabíamos si estábamos escuchando campanas o ecos de las rejillas en el piso, y preparó un donburi de aguacate y maguro que fue la cosa más espectacular del planeta. Me habría gustado mucho haberla paseado por Tokio alguna vez y haberle contado algo de lo poco que sé sobre la ciudad.

Notas:

  1. El piso del Castillo Nijo tiene un dispositivo de seguridad que lo hace chirriar de una manera muy peculiar cuando uno camina sobre él. Tecnología Tokugawa.
  2. Los ciruelos en flor son lo más hermoso que tiene Japón.
  3. Cada vez estoy más convencida de que debo volver a este país, así sea de paseo. La sola idea quita el mal sabor de lo que está por llegar a su fin.
  4. Ya no sé si vivo acá o si estoy en un viaje largo.

2010 (Reprise)

El año del ukulele. El año de los dibujitos. El año de la bisutería. El año de Sia. El año de Tsukuba – Guam – Kioto – Nara – Tokio – Ginebra – Lyon – Montreux – Aigle – Lausanne – París – Amsterdam – Lisse – Seúl – Bogotá – La Dorada – Pandi – Buenos Aires – Nueva York – Naoshima. El año de la tesis. El año de la mudanza de los blogs. El año del hikikomorismo.

Un año que prometía ser el más feliz de mi vida pero al final resultó un timo total. Uno en el que aprendí que si bien el amor todo lo puede y todos lo buscan, el mío es una cosa estorbosa de poder nulo.

Un año compuesto de millones de instantes. Las conversaciones cantadas con Cavorite. La noticia del matrimonio de Minori. Mi abuelo en cuidados intensivos hablándome de aritmética. Los desayunos con Yurika en el parque. El mejor helado del mundo en cama con mi hermana. Hazuki en mi casa, en ruana. María Lucía y Ueo a la vera del río. Una flor roja en el pelo de Amber. El peor cólico del mundo en una banca rodeada de venados, al lado de j. El milagro navideño del pollo frito de combini con Azuma. Mer y Santiago tiñendo de felicidad el subway. El CERN. El KEK. La JAXA. “Vous êtes jolie”. Cada uno de los cuatro mil sánduches que elaboramos o compramos con Cavorite. El pescado más gracioso del planeta en compañía de Yin y Azuma. “Wonderwall” a dúo para un público ribereño. El reencuentro con Alicia. El museo Chichu, la antesala del cielo. Un vuelo NYC-Tokio pasado por agua. Aquella persona que quise tanto conocer y no pude. La gran película de acción que fue la entrega de la tesis. Los traboules. Las postales. Los lápices de colores. Las torres de libros.

Ahora estoy enferma y no puedo levantarme a darle un final decente a este año de telenovela, pero bueh. De todas maneras el final final, el definitivo, inexorable e impajaritable, vendrá en marzo. Este es solo un cambio de fecha en el frío del invierno. Bah, bah, bah y recontra bah.

Perdidojen Tokio

Bienvenido a Ginza

j. estuvo aquí. Hizo mala cara todo el tiempo. Tuve que ir a recogerlo hasta Kioto en tren bala porque Lucía, mi dai-sempai, no se lo aguantaba más. Se quejaba de lo profanados que andaban los templos, del precio de ingreso a Kiyomizu-dera, de lo mucho que Gion se parecía a La Candelaria. Al fin me tocó arrastrarlo a Nara con la esperanza de que los venados lo espantaran a topetazos. Lamentablemente, los venados estaban entrenados para hacer venias y dar las gracias por la visita a la salida de Todai-ji.

Ya en Tsukuba, me despertó a las tres de la mañana un día para que lo llevara a Tsukiji. Le dije que lo olvidara, que ni loca iría a esquivar carritos transportadores de pescado. Sin embargo, a las 5.20am estábamos roncando en un bus—eso o habíamos sufrido un corto episodio de muerte cerebral gracias a la habitual falta de aire de la flota Kantetsu. En el mercado se las arregló para comprar a punta de señas un pulpo vivo como buena acción del día, pero a la salida un carrito conducido por un trabajador xenófobo nos embistió y el animal sacrificó su vida para evitarles a nuestros familiares el dilema del millón de yenes. Lloramos todo el resto del día.

Pese al trauma (que me dejó con una mueca de eterno pasmo), tuvimos la suficiente frialdad para hablar de la cría y posterior matanza del wasabi. El wasabi se sumerge en una piscina llena de sake hasta que se le tuestan los nervios de la borrachera; entonces se coge del tallo y se degüella. Al final es puro mercy killing. El tema nos remitió entonces a aquella delicia que es el calostro de soya, tal vez por lo que veníamos comiendo helado de ese sabor. El problema de la cría de soya es que uno termina poniéndole nombre y no se imaginan el sufrimiento que es matar a Mameshiba o como quiera que se llame aquel ser simpatiquín cuyo cadáver terminará tirado en un establo hasta que empiece a oler raro y rezumar viscosidades pegajosas. Para ese entonces ya no se le conocerá como Mameshiba sino nattou, y se comerá con salsa de soya y aderezo picante. Lo peor es saber que, como el pulpo, la soya está dispuesta a salvar a sus amos. Se sabe del caso de una que corrió a un poblado vecino para alertar a los aldeanos del incendio de la granja donde vivía mientras sus dueños dormían. Lassie está basada en esta historia, pero tocó cambiar la soya por un perro por cuenta del sentimiento antijaponés de la época.

Al final j. se fue como vino, con su mala cara, su maleta de rueditas y su pelo de David Foster Wallace. Le voy a decir que vuelva pronto para poner en marcha nuestro proyecto de traer a cinco palmireños, darles una cámara y un teléfono de emergencia y botarlos en Asakusa o Akihabara a filmar sus experiencias. Mirá ve, perdidojen Tokio.

[ Little Person — Jon Brion ]

十年前の自分

Hace 10 años estaba escribiendo una novela.
Hace 10 años aprendí a tocar bajo.
Hace 10 años pintaba en acuarela y tinta china.
Hace 10 años me pasaba las tardes componiendo canciones.
Hace 10 años canté un solo en portugués con el coro del colegio.
Hace 10 años empecé a aprender portugués por mi cuenta.
Hace 10 años arreglar el computador de la casa era un excelente plan de fin de semana.
Hace 10 años la otra fan de los Beatles del curso me regaló un casete con canciones de John, Paul y George en solitario.
Hace 10 años cambié las gafas por lentes de contacto.
Hace 10 años conocí la nieve y la odié.
Hace 10 años me quedé dormida escuchando el Bridge Over Troubled Water de Simon & Garfunkel en un Greyhound.
Hace 10 años me prometí a mí misma que volvería a Chicago algún día.
Hace 10 años fue la masacre de Columbine.
Hace 10 años una profesora me llamó “tragona” por pedir un sándwich grande en Subway y comérmelo todo.
Hace 10 años nadie quería bailar conmigo en las fiestas.
Hace 10 años se suicidó un amigo y ya no recuerdo su cara.

(Fue por esto, más o menos.)

[ Someone Saved My Life Tonight — Elton John ]