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2013 (Reprise)

El año se acaba y yo siento que hasta ahora estoy tomando impulso. El especial de la NHK de 2012-2013 decía “一歩でも前に” (adelante así sea un paso), pero el de ahora dice “一歩ずつ前へ” (paso a paso hacia adelante). Parece como si la NHK llevara las cuentas de mi progreso. El paso que di esta vez, ese único pero fundamental primer paso, fue volver a dibujar.

Lo único imperdonable es haber escrito tan poquito. Este blog estuvo casi que condenado al olvido la mayoría del tiempo y eso está muy mal. Es chistoso porque mi post de fin de 2012 habla de la resignación a mi condición de no escritora, pero la verdad es que yo soy la escritora de este blog y no puedo renunciar. Nota para 2014: escribir más.

Pasé buena parte de este año fuera de casa: Riohacha – Riohacha (otra vez) – Pereira – Pittsburgh – Mill Run – Buenos Aires – San Francisco – Honolulu – Hale’iwa – San Francisco – Mill Valley – Medellín – Santa Marta – Villa de Leyva. Queda claro que no hace falta estar en Japón para viajar mucho. Lo importante no es el punto inicial, soy yo.

A veces el tiempo aparte del que pasé en Hawaii se siente como no-tiempo. En mi mente sigo bajando la loma donde vivía, paso un carro cuya placa dice “ISLE”, me quedo mirando unas gallinas y gansos que andan por el jardín de una casa, veo las flores caídas de un tulipanero africano y no me decido a recoger una, atravieso un camino de plumerias hasta el Centro de Estudios Coreanos y subo a los saloncitos pequeños que quedan detrás. El tipo que nunca me saluda llega después que yo, y luego hay un silencio prolongado hasta que el salón se empieza a llenar de gente ávida de café. Finalmente llegan los que vienen de Waikiki, entre ellos Keita y su infinito conocimiento sobre música. Entonces caigo en cuenta de que mi corazón post-Japón por fin me dejó de doler.

Pero no es verdad que Hawaii sea lo único que vale la pena mencionar de este año. Trato de recopilar unos cuantos hechos destacados en mi cabeza y me llega toda una avalancha. Hay un taller de cómic con un artista de acento divertido. Medio año después, una tableta de dibujar causa una explosión dentro de mí. Enseguida me topo con un festival de cómic donde mis cosas desaparecen y reaparecen misteriosamente, y donde el artista de acento divertido también reaparece para pedirme que lo lleve a caminar por mi ciudad. Cuando menos lo espero, resulto con amigos dibujantes.

Sigue el inventario: conocí Fallingwater, compré mi segundo ukulele (un soprano), hice galletas, vendí una acuarela.

Por otro lado, mi abuelo ya no está. Es una ausencia extraña, ya que está presente en casi todas nuestras conversaciones. Me hace falta pero al mismo tiempo no, como si por sus dichos e historias no se hubiera ido en realidad.

El final finalísimo del año incluye un bonito reencuentro con los amigos que me dejó un ex novio hace años y un helado enorme de muchos sabores compartido con Cavorite. No me preocupo demasiado por el año que viene porque ya sé qué quiero hacer: más de lo mismo, mucho más.

2013-08-14 (Jeux Olympiques)

Hoy fue nuestra última clase del curso de intepretación. Por última vez tuve a Keita sentado detrás mío en el salón. Da tristeza pensar en lo pronto que hay que cortar los lazos que recién se empiezan a tejer.

Fuimos a almorzar con Keita y Judy (una señora de Hong Kong divertidísima) a un restaurante tailandés. Pedimos arroz frito con piña, entre otras delicias. Para este punto Keita ya sabe que soy fanática de la piña y compra piñas enteras para tajar y convidarme. Esta mañana llegó a la universidad con un recipiente lleno de cubitos por si yo no había alcanzado a desayunar.

Mañana es la gran prueba final: los exámenes de certificación. Me siento como una atleta olímpica que se ha preparado durante mucho tiempo para un destello de adrenalina que durará apenas unos minutos. Espero poder llevar a casa unas cuantas medallas.

2013-08-08 (Karaoke)

Nos volamos de una conferencia aburrida y nos sentamos en una banca a hablar. Cambiamos de sitio a medida que el sol hallaba nuevas maneras de colarse entre las ramas de los árboles. Nos deteníamos cada vez que pasaba un hurón.

Reaparecimos en el salón de convenciones al final como para dar a entender que siempre habíamos estado ahí. Luego nos fuimos a un karaoke japonés. Canté “Yume” (夢) después de años de no poder hacerlo. Años sin karaoke. Estaba que no podía de la emoción. Resultamos compartir el amor por Billy Joel y los Ulfuls. Pocas veces encuentra uno tanta sintonía en gustos musicales. O no sé ustedes, pero esa es una categoría en la que suelo sentirme aislada (¿como en casi todo?). De pronto nací en la década equivocada y me toca corregir el error hablando con alguien de la década correcta.

El bus 13 pasó rapidísimo por la Avenida Kuhio cuando salimos del lugar. Nos despedimos aprisa, tal vez demasiado aprisa. Quedé triste todo el resto del camino.

2013-07-25 (Asesinato en la calle Punahou)

Me desperté a las 5am con un mensaje de Keita: mataron a una compañera suya de clase de actuación. La encontraron amarrada, amordazada, apuñalada y envuelta en un tapete frente a su propio garaje. A él le tocó ir a la jefatura de policía, dar su testimonio y dejar una muestra de ADN por haber sido una de las últimas personas en verla con vida. No paro de pensar en CSI, la serie de televisión.

2013-07-23 (Eye of the Tiger)

Salí de clase completamente destruida. Trastablillé un montón de veces en simultánea. Consecutiva va bien pero no me puedo confiar.

Al almuerzo —un spicy poke demasiado picante; me tocó comprar un moca helado para neutralizarlo— Keita y yo nos inventamos un montaje de entrenamiento para la película imaginaria de nuestro curso. Con “Eye of the Tiger” de fondo, el montaje incluía la típica toma de anime donde se ven los ojos como atravesados por un rayo de visión (el resto queda a oscuras), puñetazos frustrados en la mesa, una toma con audífonos haciendo simultánea con muchos problemas y muecas de frustración, más adelante una donde todo fluye y al final un gesto de “yes!” con el puño cerrado en cámara lenta saliendo de un salón con todo éxito.

Muy convenientemente, por la noche recibí de una amiga este video.

2013-07-19 (Excusas)

Me gusta la manera como los japoneses se inventan excusas para establecer amistades. Mis amigas de Tsukuba no habrían pasado de compañeras de clase si no hubieran salido un día con cosas como “tengo una consulta que hacerte sobre un profesor extranjero”, “quisiera practicar español durante la hora del almuerzo” o “estudiemos para el examen de alemán”. Pues bien, Keita no es la excepción. Como buen japonés con cara de japonés, al señor se le ocurrió de repente que deberíamos practicar toma de notas juntos después de clase. Hm. Aunque traducimos a idiomas diferentes. Ajá. Yo ya me conozco sus triquiñuelas. Claro que sí, cómo no, con todo gusto.

Volví a la casa y Mei Li y su amiga Indiana hicieron un talent show con piano, voz, ukulele, baile y piruetas con vasos. Me hicieron recordar cuando era niña y hacía radionovelas con mis primos en la grabadora My First Sony de mi hermana.

2013-07-16 (Keita)

La regla estipula que en un entorno social nuevo no me integraré con el grupo pero haré un solo buen amigo. En este caso, mi amigo es Keita.

Keita, cuyo apellido significa “carmín”, es un japonés cuarentón que se sienta detrás mío en las clases. Para los demás japoneses del curso, este hombre constituye todo un misterio, pues no se conoce bien su oficio y a su edad sigue soltero. Pero la verdad es más sencilla: él es una anomalía del sistema. Arquitecto, antiguo salaryman que decidió salirse del engranaje por no sentirse él mismo, Keita se encuentra ahora en una búsqueda interior —el término en español no suena tan bonito como soulsearching— que lo trajo a esta isla a tomar lecciones de batería, interpretación y actuación.

Empezamos a hablar el primer día de clases sobre alguno de los bizcochos que nos habían dejado de bienvenida. Luego le dije que tenía pura cara de japonés. Para el mediodía ya estaba compartiéndole mi bebida. No sé por qué le cogí tanta confianza de primerazo, tal vez es ese penchant —”afición” no suena ni la mitad de chévere— que tengo por la gente medio rara, pero hoy resultamos enredados en una conversación larguísima después del almuerzo. Al final me dijo que ojalá volvamos a encontrarnos para hablar, y por la noche me sorprendió con un e-mail con clips de anime viejísimo para mostrarme de dónde venían sus gustos musicales.

Por otro lado, hoy debía estar cumpliendo años mi abuelo. Me la pasé pensando en él.