Monthly Archive for October, 2014

El baile random

Nadie nos ve cuando hacemos el baile random. Es nuestro pequeño baile de victoria y lo hemos hecho en cada rincón del mundo donde nos hemos encontrado porque en todos lados nos ha pasado algo digno de celebrarse así. Siempre es diferente (después de todo, es random) y por ende no lo voy a describir.

El baile random no es algo que nos inventamos juntos: yo tenía el mío propio antes de conocerlo a él —mi ex lo detestaba—, y hay indicios de que él también tenía uno. Creo que la primera vez que salió a flote entre nosotros fue cuando entramos al cuarto que habíamos alquilado por Airbnb en Amsterdam y era mucho más bonito de lo que habíamos imaginado.

A veces me pongo a pensar en cómo algo que mi ex detestaba, y que tal vez hubiera sido mejor reprimir en pos de la conservación de nuestros afectos, resultó ser un aspecto natural de mi relación con otra persona. Es como verse empujando una pieza de rompecabezas entre otra donde las líneas de la imagen parecen corresponder pero uno no entiende por qué hay que hacer un poquito de fuerza para que encajen —”¿estarán mal cortadas?” se pregunta uno, tozudo que es—, y además desde donde uno está sentado no alcanza a ver que quedan espacios minúsculos entre pieza y pieza. Aparecen otras piezas alrededor y de pronto la diferencia imperceptible se hace patente: esa no era. Toca resignarse a despegarlas con la desilusión de no estar avanzando donde se creía tener terreno ganado.

Pero entonces uno saca otra pieza distraídamente de entre la caja y no sé cuál es la onomatopeya para la sensación y el sonido imperceptible del roce de dos pedazos de cartón recortado ubicándose perfectamente en su lugar, pero eso es lo que pasa cuando se encuentran dos personas que hacen el baile random cuando las cosas salen muy bien.

2 de octubre, día productivo

El presente post es solo para recordarme a mí misma que ser muy productiva no es tan difícil.

Hoy hice lo siguiente:

  • Escribí un post
  • Traduje un texto
  • Pinté algo con tinta china y pincel
  • Me hice un peinado relativamente elaborado
  • Fui al supermercado
  • Horneé galletas
  • Practiqué ukulele

Me siento sumamente orgullosa de mí misma.

Orangina générique

Esta mañana he pasado un buen rato pensando en una Orangina genérica que no me quise tomar en Suiza. Es una anécdota súper tonta: probé la Orangina en Francia, me gustó, volví a Suiza, la persona que me estaba alojando se encontró algo parecido a esa bebida en una máquina expendedora del lado francés de su lugar de trabajo, me la trajo, me puse brava porque no era lo mismo. Han pasado cuatro años desde el episodio y todavía me siento mal.

Debe ser porque estoy viendo la memoria desde este futuro como quien ve una película cuyo final ya conoce y le dice al personaje (que obviamente no escucha) “te vas a enamorar de él y te vas a arrepentir de ser tan mala gente”.

Supongo que no debería importar porque en otra parte de la película el personaje sabe que no se van a ver más y se recuesta contra el pecho del tipo de la Orangina genérica y llora y le deja toda la pestañina en su camiseta amarilla. Pero se vuelven a ver. Y luego no y luego sí y luego no y luego sí.

Así que ya lloré lo suficiente.

Y tampoco tiene caso pensar en lo malo anterior porque ahora todo está bien. Espero que mi yo del futuro pueda ver este momento y se ría y me diga que todo sigue estando bien, y que la Orangina no importa.