¿Sólo cinco, Milord?

Lord Engel se apea del blanco caballo, se lo encarga al hombre del establo y vuelve a la mesa de encaje metálico pintado de blanco, donde lo he venido observando con una pava de ligero rosa y un largo vaso de limonada rosada. Trascendiendo la barrera de la charla sin importancia y encendiendo una larga pipa de exótico aroma, el caballero declara que está dispuesto a contarme cinco de sus más curiosos hábitos a cambio de cinco de los míos. Titubeo un poco, me refresco la cara enrojecida con un abanico español, tomo un sorbo más de limonada rosada y procedo a enumerar aquello que sólo reconocen mis más cercanos sirvientes:

  1. Suelo comerme los ingredientes crudos o a medio hacer de lo que cocino. Si hago pancakes, me como los sobrantes de la mezcla. Saco cucharadas de arroz aún duro de la olla.
  2. No tomo agua porque le encuentro un gusto horrible. Por más que me digan “¡pero si no sabe a nada!” yo siempre haré muecas tras animarme a tomar un sorbo. La única vez que el agua no me supo a nada, nada, nada fue en Uruguay.
  3. Tengo una agenda donde anoto a lápiz todo lo que tengo que hacer y todos los lugares a los que debo acudir. Cuando hago lo que está escrito, tacho con fuerza (también con lápiz), de tal manera que la hoja quede con relieve y textura cuando esté toda tachada. Si se me olvida escribir algo antes de hacerlo, lo escribo en el espacio de la fecha en que sucedió e inmediatamente procedo a tacharlo.
  4. Cuando la comida no está recién hecha, me la como fría. Pastas, carnes, arroz, sopa, —lo que sea menos huevo. Siempre tengo que reiterar que lo hago por gusto y no por pereza.
  5. Mi borrador se divide en dos secciones: la esquina más usada para áreas grandes, y las otras tres esquinas para áreas pequeñas como signos de puntuación y letras individuales. Esto me acarrea problemas al prestarlo, pues la gente tiende a borrar lo grande con la esquina menos usada y ahí es donde entro yo a abalanzarme sobre mi preciado bien: “¡No! ¡Por ahí no!”

Una vez confesados estos puntos entre ahogadas risitas leves, tomo mi cartera de seda color pastel sin correa y espero a que otro apuesto ayudante mi guíe de vuelta a la mansión, a través del amplísimo corredor, hacia la entrada donde espera el Rolls Royce reservado a los invitados. Aquella noche habrá un inmenso banquete para cientos de personajes de la alta sociedad: es el cumpleaños del caballero de la corte y un ponqué de cinco pisos de semillas de amapola y pétalos de rosa de todos los colores será repartido, tras lo cual habrá fuegos artificiales y un multitudinario baile.

Ya en casa, desenrosco la tapa de mi pluma Mont Blanc y les escribo al Barón Maladjusted —para que se tome un tiempo fuera de sus prácticas de tiro con arco y considere mi invitación a jugar Baccarat —y al potentado Himura —para que por favor me envíe un poco de la fina confitura que ha fabricado su imperio en una tradición de cinco generaciones —. En una postdata, les pido que me cuenten algo como lo que yo le he confiado a mi anfitrión bajo el sol de la tarde en su inmenso jardín.

Tomando otra hoja membreteada, le escribo mi formal deseo de feliz cumpleaños a Lord Engel, ya que una visita vespertina no es suficiente, y espero que coma mucho ponqué de semillas de amapola, gane mucho dinero en el casino y tome mucho té en tacitas brillantes de porcelana.

[ Don’t Dream It’s Over — Crowded House ]

Lady Picture Show

Sensei dijo una vez que yo era como los japoneses, tomándole fotos a todo. Preguntó si uno llega a ver toda esa cantidad de fotos en el futuro. Yo dije que sí, que las repasaba seguido.

Todavía me duele la pérdida de mis fotos. Pienso en las imágenes que quedaron borrosas en mi mente, en los detalles que no alcancé a contemplar (y que nunca podré memorizar del todo). Aparecen frente a mí los pies llenos de arena de un Maladjusted con capul, el overol blanco de Engel rubio al sol, la cara deprimida de un hombre sin nombre que apareció en la carpeta sin más, Lowfill y Himura observando triunfantes la ciudad desde las alturas, la cara suave e inmutable de Minori a los tres años y un Changhee relajado —como siempre —contra una pared en San Francisco.

Detesto perder los recuerdos visuales de lo que fui, de lo que los que me rodean han sido, aquello que a alguien alguna vez le pareció bonito. La primera sensación de pérdida fotográfica la tuve a los 6 años, cuando una profesora nos pidió una foto de nosotras chiquitas para su carpeta. Llevé una de cuando tenía 2 años sin mucho convencimiento, y la veía entristecida cada vez que llamaba a la lista y abría la página de cada una, en cuya esquina superior se ubicaba el tesoro. Nunca la devolvió. Desde ese entonces y todavía me irrita saber que hay una foto menos en mi colección de infancia.

Ahora que vivimos en la era digital y las fotos no tienen que ser necesariamente impresas, es más fácil llegar y decir “¿por favor me vuelve a mandar su foto?” y, a no ser que al otro también lo haya golpeado un virus monstruoso, la imagen vuelve a su sitio como por arte de magia. Sé que hay archivos que jamás volverán a mí y que toca conformarse con el recuerdo de lo vivido —o al menos de lo visto. Tal fue el destino de mi primera foto con Minori, pero ya no vale la pena llorar por la leche derramada. Me encuentro pues en el lentísimo proceso de recuperar lo perdido. Creo que además de eso debería aprovechar este tiempo para crear más momentos memorables con los dueños de aquellos segundos congelados, porque muy pronto estas calles, los cerros y ellos no serán más que añoranza y letras en Messenger.

PD: Tengo la impresión de que los japoneses no pueden vivir sin orquestar sus canciones con marimbas.

[ When You’re Gone — Cranberries ]

Mi Buenos Aires querido


Fiesta gaucha. En primer plano, una señora gata, muy posiblemente colombiana. Detrás, mi hermana, mi mamá y yo muy hippies. El de bermudas con tenis blancos no tiene nada que ver con mi familia. Atención a mi cara de Robin Gibb.

  • Por la promo de 12 empanadas en la rotisería Los girasoles
  • Por el acento cantado y altamente pegajoso
  • Por los bizcochos gratis en la confitería El Socorro
  • Por la fiesta gaucha con anillito y beso del gaucho
  • Por el dulce de membrillo y la pasta frola
  • Porque el dulce de leche se parece demasiado al arequipe, si es que no son lo mismo
  • Por las remeras, las polleras, las promos, las limpierías, las rotiserías y los locutorios
  • Por las canciones pegajosas (Don de Miranda!, la del comercial de Speedy —”tengo un parque de diversiones en mi casa”… ¿alguien sabe cómo se llama o quién la canta?)
  • Por la gente increíblemente amable
  • Por la forma como todos los edificios se ven lindos en conjunto
  • Por los balcones
  • Por las caminatas de noche
  • Por la carne y el vino
  • Por el tango
  • Por el fino humor de la gente
  • Por Puerto Madero y el Puente de la Mujer
  • Por Recoleta
  • Porque Uruguay está ahí no más
  • Por el titular “Porteño al spiedo” respecto de la sensación térmica ambiental
  • Por el Río de la Plata
  • Por Tigre, el Delta y la lancha supermercado
  • Por San Isidro y San Fernando
  • Por Víctor el mesero, Juani el guía turístico, Gustavo el recepcionista, la mesera del restaurante del hotel, los vendedores de bisutería y el señor del ferreléctrico
  • Por despedirse de beso del señor del ferreléctrico
  • Por la charla con una anciana desconocida en la óptica
  • Por las galletas Rex3, los alfajores, el yogur y el Mantecol
  • Por los niños cantando en el Buquebús

Por todo esto y mucho más, Buenos Aires merece una segunda visita. Y una tercera. ¡Quedé perdidamente enamorada!

[ Mi equilibrio espiritual — 31 Minutos ]

Bs. As.

No sé cómo terminé en Argentina esta madrugada, pero lo cierto es que estoy aquí. Nunca me imaginé que ésta sería una ciudad tan espectacular ni que la gente fuera a ser tan pero tan amable. Esto hasta ahora comienza y se pone cada vez mejor.

Por cierto, la vista aérea del Perú y mi brevísima visita al aeropuerto de Lima (con llamada local incluida) ha incrementado mis ganas de visitar aquel país. Ya veré cómo me las arreglo.

[ I’ve Got My Mind Set On You— George Harrison ]

Todo comienza con un servicio social


Como muchos de ustedes saben, el año comenzó para mí con un serio déficit de fotos. Al principio creí que se trataba sólo de fotos de amistades y familia (gracias Changhee por la labor de reposición), hasta que me di cuenta de que la realidad era aún más cruda de lo que pensaba: ¡Había perdido todas mis imágenes de mis programas de infancia! Dekirukana (¿Puedo hacerlo yo? también conocido como Noppo y Gonta), Ookikunaruko (Niños en crecimiento), El oso, el tigre y los demás, Banner y Flappy…

Así pues, de manera comedida les pido a todos los lectores y turistas de este blog me envíen cuanta imagen posean en materia de los programas que acabo de mencionar. Mi dirección en gmail está en ese recuadrito al principio del post.

Otro favor: si alguno tiene la dirección de la página donde sale información sobre todas las series animadas de los ochenta, bienvenido sea el dato. Y si Maladjusted puede decirme de nuevo la dirección de los videos de Augusto Ferrando, me hará más feliz aún.

Les agradezco de antemano su ayuda. De ustedes depende mi felicidad visual en este año que se estrena.

[ El tema de Banner y Flappy en mi cabeza ]

Año Nuevo, Carpeta Nueva

Archivos de C:… PERDIDOS.

Fotos de Minori, Kotaro, Maladjusted, Changhee, Jack: adieu.
Fotos de Noppo y Gonta: zai jien.
Episodios del Show de Dailúber, Show de Olber, Show de Tito Camacho: auf wiedersehen.
Música de Paul McCartney, ABBA, Elton John, George Harrison, Bee Gees, etc: arrivederci.

Bueeeno… Será empezar de nuevo, bajar lo que recuerde y esperar volver a recibir las fotos que tanto me gustan.

A todos un feliz año 2006; para mí de seguro será muy interesante.

Nota: anoche soñé con todo Jesus Christ Superstar. Sonó casi completo en mi cabeza. No me dormí con el iPod puesto, así que creo que tengo gravísimos problemas.

[ Amarain — Amr Diab ]

Yo nunca vi televisión…

El mejor producto de Chile no es éste (y no nombro al pisco porque estoy emocionalmente comprometida con Perú)…


…sino éste:


Mi hermana y yo somos fanáticas enfurecidas de 31 Minutos. A Himura también le gusta y me deja oír Objeción Denegada en su reproductor de mp3 mientras viajamos en bus. ¿Qué voy a hacer cuando ya no pueda ver a Mico el Micófono presentando las imitaciones de Tulio Triviño en “Odiando a 31 Minutos”, a Joe Pino opinando y a Mario Hugo en la Convención de Inventores? ¿Alguien me va a entender cuando declare que hablo como idiota, o que yo nunca vi televisión porque es muy pome?

[ Trigal — Sandro ]

Nippon

Y bien, ¿qué puedo decir? Empezó la cuenta regresiva.

[ Honesty — Billy Joel ]

Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band

Tantos años oyendo a Manolo Bellón hablar de la película y de Peter Frampton no podían pasar en balde. He visto Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, y sí, es tan mala como dicen. Basta con ver los créditos del principio para darse cuenta de que la película intenta desesperadamente tomar gran parte de la obra tardía de los Beatles y sacar de ella una historia. De esta manera se ven descalabros como un personaje llamado Strawberry Fields y la inclusión de demasiados nombres mencionados en las letras —Billy Shears, Maxwell Edison, Sgt. Pepper, Mr. Kite, Mean Mr. Mustard, Lucy [in the Sky with Diamonds] —. Las canciones habladas tipo Leonardo Favio (Steve Martin recitando “Maxwell’s Silver Hammer”, Alice Cooper haciendo lo mismo con “Because” y George Burns con “Fixing a Hole”) compiten con los tristes arreglos del resto de los temas por el puesto del peor desastre musical del largometraje. “She’s Leaving Home” y “Mean Mr. Mustard” parecen cantadas por el bit de TRON, sólo que en esa época todavía no existía. La historia es tan confusa que no se llega a entender del todo (¿las aventuras de un grupo musical en su rápido ascenso a la fama y posterior búsqueda de instrumentos perdidos?). Si realmente les interesa, aquí está completa.

No obstante, no todo es basura en esta película. Se salvan Aerosmith, Earth Wind & Fire y Billy Preston con sus respectivas versiones de “Come Together”, “Got to Get You Into My Life” y “Get Back”. La aparición en pantalla de numerosas personalidades al final de la historia es suficientemente entretenida (yo estoy esperando la oportunidad de señalar a Paul McCartney, George Harrison, Seals and Crofts, Yvonne Elliman, Tina Turner, Heart y Minnie Ripperton, porque ya encontré a David Bowie, The Who y José Feliciano). Hay una brevísima parodia de Star Wars durante la cual uno llega a despertarse (en incredulidad: ¿esto puede suceder en una película de los Bee Gees?), pero acaba pronto. Tal vez lo único que salva el largometraje —en mi mundo paralelo porque esto no le interesa a nadie más —es la cara absolutamente hilarante de Robin Gibb. No tiene ni que actuar. Se sienta ahí al lado de su hermano Barry mientras éste canta “A Day in the Life” y ya. Véanlo ustedes mismos.


Yo tuve que aguantar alrededor de dos horas de Beatles destruidos para ver esta joya. Ahora que ustedes la han visto, quedan totalmente desprovistos de razones para ver Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band. Pueden continuar sus vidas normalmente.

[ You Never Give Me Your Money — The Beatles ]

Recordando a John Lennon

Fragmentos tomados de aquí:

Andrés Cepeda también lo recuerda bien: “Desde la dulzura de Yesterday, junto a McCartney, hasta los angustiosos alaridos de Cold Turkey, Lennon es uno de los grandes creadores de nuestra era”.
Últimas noticias para Cepeda: Paul McCartney compuso Yesterday solito. De hecho lo dejaban solo en escena cuando la interpretaba en los conciertos (ver CD Anthology 2 o VHS Anthology 5; todavía no la tengo en DVD).

Juan Pablo Villamizar
Músico y guitarrista de Juanes
Cuando pienso en John Lennon, de inmediato viene a mi mente el día en que lo asesinaron, hace exactamente 25 años. Yo tenía ocho años por aquel entonces y desde que me acuerdo, él ha sido la mayor influencia en mi vida. Cuando me dí cuenta de lo poco que sabía sobre él, decidí que no saber nada más sería un particular y cósmico homenaje.
Huh?

Nestor Dueñas
Integrante de Bullet, un grupo de ‘grunge’ totalmente influenciado por Los Beatles.
Yo soy fanático de Paul Mccartney y sé que John era su mano derecha, pero en su carrera como solista tuvo una visión muy personal de la música contraria a la de McCartney. Profesó la paz y decidió no solamente hablar con su música, también convocó marchas y manifestaciones. En cuanto a su vida sentimental, pienso que la primera esposa lo vio más como un integrante de Los Beatles que como una persona.
Lo siento, amiguito: John conoció a Cynthia cuando ambos estudiaban arte en Liverpool y se casaron cuando los Beatles apenas sacaban su primer sencillo en Inglaterra.

Conclusión: si yo fuera una artista no tan famosa y me pidieran unas cuantas palabras sobre un artista muy famoso de quien yo nada supiera, podría decir lo primero que se me ocurriera y aparecería en la prensa como si tal cosa. Al fin y al cabo, es la misma fórmula que usan en E! Entertainment Television para hablar de los 101 [inserte sustantivo plural aquí] más [inserte adjetivo plural aquí] de la farándula.

No puedo desear que los Beatles hubieran seguido reunidos hasta su muerte natural (cosa que habría ocurrido en 2001 con el deceso de George), ya que para 1970 no se soportaban y ya cada uno se había retirado temporalmente. No puedo culpar a Yoko Ono de la separación de los Beatles, porque al fin y al cabo fue John el que decidió estar con ella y quererla tanto como para alejarse de los demás. Las cosas suceden como suceden; extrañamos a John y a George, pero su música permanecerá por siempre.


[
Una película mala de Caracol ]