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    2017 - 02.05

    Estaba frente a un tablero con mis ex compañeras de curso. Hacían un concurso en el que uno tenía un minuto para llenar una lista con diferentes categorías. Cuando me llegaba el turno, JH decidía que yo llenaría mi lista en japonés. Me parecía un poco injusto pero igual intentaba. La primera categoría era “uf”, o sea que yo debía escribir “uf” en japonés. Escribía 「ウフ」 pero la tiza escribía feísimo y el borrador borraba peor, así que se me iba mucho tiempo escribiendo y borrando, escribiendo y borrando. Otra categoría era “una entidad”: escribía 日本放送局 (NHK) y todas quedaban maravilladas. La última categoría tenía algo que ver con antropofagia. Yo no sabía cómo decir “antropofagia” en japonés y simplemente lo escribía en katakana. (Efectivamente, el término アントロポファジー también es aceptado, según acabo de verificar.) El resto de cosas también las escribía en katakana, pero no recuerdo qué eran.

    Después había un desayuno en otro sitio. Yo iba y comía un montón de melón y papaya con yogur. Era un tarrado de yogur con pedazos grandotes de fruta. Mientras tanto, nos enterábamos de que VS acababa de irse a San Francisco a vivir de ilegal.

    Estaba en un monasterio lleno de hiedras. Caía la tarde y la luz era hermosa. Estaba con Himura y un amigo de él. No nos llevábamos bien, pero ahí estábamos. Él quería demostrar que tomaba mejores fotos que yo. Yo intentaba tomar fotos con mi celular pero siempre me daba cuenta de que acababa de tomar las fotos con un celular más viejo (peor cámara) o un celular ajeno (mejor cámara pero no me podría quedar con las fotos). La luz bonita, como en cualquier tarde, no duraba para siempre, y pronto se hacía más difícil tomar fotos fantásticas. Hablaba con Himura y le decía que nunca lo había conocido realmente. Él estaba de acuerdo.


    2014 - 05.24
    1. Mi familia y yo estábamos en Venezuela, en una ciudad de la que todo el mundo ya había escapado menos nosotros y los militares estaban saqueándolo todo. Corríamos el riesgo de perder nuestro equipaje y todas nuestras pertenencias, además de que nos fueran a encarcelar y, quién sabe, tal vez incluso torturar. Teníamos que encontrar la manera de volar de regreso a Colombia. Yo tenía mucho miedo. Me alegró despertarme y saber que todas mis cosas están en orden y que ningún régimen me va a coger.
    2. Estaba en San Francisco con mi tía paterna y algunas personas más. Era el último día. Proponía ir a Sutro Baths, o más bien los iba guiando a todos sin decirles adónde íbamos. Para ir allá tocaba pasar por una cárcel. No recordaba que uno podía pasar por el lado y los hacía entrar. Todos creíamos que íbamos a visitar a mi tío M., que estaba encarcelado, pero no. Me pedían que dejara mi morral en un locker. Los policías eran muy amables. Seguíamos hacia Sutro Baths, que resultaba ser un monasterio muy lindo en la cima de una montaña. Aparecía L.E., compañera del curso, y nos acompañaba en el paseo. Cuando alcanzábamos puntos altos, la vista era espectacular. Me daba cuenta de que había dejado la cámara y el celular en el morral que estaba en el locker.