Estaba paseando con mi abuela cuando llegábamos a un parque que tenía un centro de interpretación donde podíamos ir al baño. De repente, al entrar, eso ya no era ningún parque sino un refugio (tal vez) en una zona de guerra en el África. Yo entraba al baño pero me tocaba huir porque se me aparecía un guerrillero africano, me apuntaba con una AK-47 y me decía “the teacher says good day to you” (como en la primera escena de The Interpreter). Yo corría y corría, y en el camino veía cómo levantaban gente en grúa para ahorcarla. Todos eran extranjeros, y estaban desnudos. Podía oírlos asfixiarse. En la calle había más extranjeros amarrados, muertos o agonizando, retorciéndose. Yo corría y los esquivaba. Al final de una calle encontraba un grupo de coreanos amarrados que aún estaban vivos y vestidos. Los soltaba y me agradecían mucho. Incluso me regalaban algo bordado con mi nombre y un mensaje de agradecimiento. Yo intentaba llegar al aeropuerto corriendo pero me perdía y apenas podía seguir hordas de niños que rompían cadenas para no quedar atrapados en callejones sin salida. Así terminaba yo en un centro de rehabilitación para niños víctimas de la guerra en vez de lograr huir del país. La guerrilla africana que se había tomado la región tenía ayudantes de las Farc. Uno de ellos pasaba sonriente en el centro de rehabilitación. Allí yo trabajaba como intérprete. Tratábamos de entrevistar a una niña que había quedado con el cerebro expuesto al aire. Ella lloraba e intentaba tocar una guitarra de juguete desafinada. Las otras extranjeras que querían entrevistarla insistían, pero a mí me parecía que no había que forzarla. Tenía partes de la piel aclaradas, como en una especie de vitiligo. Me forcé a despertarme apenas pude.
Archive for January, 2015
2015 -
01.09
- Mi familia y yo estábamos de visita en Alemania. Mis papás iban a alquilar un apartamento por unos meses. Mi hermana hablaba en una oficina de bienes raíces del gobierno para ver nuestras opciones. Hablaba alemán perfecto. Yo no sabía por qué íbamos a alquilar un apartamento si solo estábamos de paso. Tenía muchas ganas de salir a pasear por la ciudad. El día estaba soleado.
- Estaba en un portal de Transmilenio en el sur. Pedía una tarjeta TuLlave y me la daban gratis pero sin mi nombre. Me pedían que preguntara algo sobre la tarjeta en otra ventanilla, pero la fila era demasiado larga y yo optaba por ignorar eso y simplemente irme a mi casa. Descubría que la tarjeta tenía saldo y hacía la fila para el bus. Ya sentada, el tipo que estaba al lado mío (un oficial del ejército) empezaba a abrazarme y yo trataba de quitármelo de encima. El tipo insistía. Finalmente yo me cambiaba de puesto al de más adelante, al lado de un niño, y empezaba a gritar “¡yo no conozco a este tipo y me está tocando!”.