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    2017 - 01.12

    Estaba en Tokio. Pensaba que afortunadamente la vida me había dado una segunda oportunidad para estar allí un tiempo largo y esta vez la aprovecharía caminando mucho. Al parecer esta todavía no era esa oportunidad porque este era un paseo corto con mis compañeras de curso y yo volvería después. Primero estábamos en un bus y las calles tenían árboles grandes y frondosos como algunas partes de Buenos Aires. Luego, inexplicablemente, estábamos en un tren. El tren llegaba al final del camino y se estrellaba suavemente contra una reja. Ese detalle me parecía chistoso. Nos bajábamos y tomábamos fotos alrededor del tren. Había una especie de subsuelo que también visitábamos. Mis amigas se tomaban una foto sin mí. Alguien, creo que LM, me pedía que le tomara una foto. Mientras lo hacía, unos niños se acercaban y hacían muecas. De repente, de un túnel salía un chorro de agua que se los llevaba, algo así como una ola gigante que venía y se iba de nuevo. Todos nos asustábamos y creíamos que estaban muertos. Nos avisaban que estaban bien, que habían aparecido en el piso superior, afuera de esa especie de sótano o cueva.

    Estaba en Lima. Mi familia y yo habíamos viajado allí pero yo me había alejado de ellos porque tenía que investigar algo en una universidad. Estaba con un bogotano recién conocido (no en la vida real; recién lo conocía en el sueño), académico tal vez. Él estaba coqueteando un poco. Yo ya casi me tenía que ir al aeropuerto, o primero a encontrarme con mi familia y luego al aeropuerto. Estaba debatiéndome sobre qué hacer. No sabía bien a qué hora era mi vuelo y temía perderlo. Entrábamos a la biblioteca y él me llevaba a un rincón (obviamente rodeado de libros), donde me besaba. Yo le tocaba la cintura debajo de la camiseta. Era más alto que yo. Salíamos del edificio de la universidad donde estábamos pero le decía que debía devolverme porque necesitaba usar el wifi para revisar mi horario de vuelo. Revisaba el itinerario en mi celular. Estaba bien. De repente no sabía si mi familia y yo teníamos el mismo itinerario o no. Pensaba también que en caso de perder el vuelo, podría pedir mágicamente un tiquete nuevo. Pero no, aún tenía tiempo. El tipo me contaba que había hablado con una amiga, quien le había dicho que no sabía cómo hacía él para darse besos con gente en la biblioteca llena y lograr que nadie lo viera.

    No sé si esto ocurría antes o después del tipo del beso, pero estaba en la misma universidad con mi hermana y le decía que valía la pena conocer el centro de Lima antes de irnos. Pensaba en tomar un taxi a la Plaza de Armas e ir caminando rápido desde allí para echarle un vistazo. Necesitábamos un supermercado y yo le decía que en el centro casi no había, pero luego recordaba que justo al lado de la universidad había uno.


    2016 - 02.15

    Estaba en Japón, como de vuelta en el tiempo, estudiando japonés en Gaidai. Por alguna razón los mongoles y vietnamitas se iban a ir del curso antes que todos los demás. Me desperté con la sensación de haber soñado (probablemente soñé esto antes de lo de Gaidai) que me daba besos con alguien, pero era un alguien muy específico. Pensándolo bien, era j.


    2016 - 02.01

    Cavorite y yo estábamos en Japón, en una tienda de kamaboko o cosas así precocidas. Iba a pedir un chīkama (kamaboko de queso) cuando sonó el despertador. Recuerdo el esfuerzo mental para construir la frase.


    2015 - 08.11

    Estaba en Tokio, a la entrada de una exhibición de Uniqlo. No me decidía a entrar. Entonces pensaba “yo ya he vivido acá”, y mi inseguridad se disipaba. Había ropa chévere en la muestra. Miraba por una ventana y veía el típico paisaje tokiota con paredes grises y pendones de colores. Era emocionante. Quería aprovechar el tiempo y, en cierto modo, lamentaba no vivir más en la ciudad. Miraba el reloj (tenía uno de pulsera). Eran las 3:15.

    (Volví a dormir.)

    Estaba de nuevo en Tokio, pero con mi papá. Estaba terquísimo y no me dejaba guiarlo. Le decía que no había atajos en la ciudad y tendríamos que tomar trenes llenos, pero él insistía en darle la vuelta a la estación para buscar un tren vacío. Luego compraba una pizza y la botaba porque estaba horrible. Yo le decía que obviamente iba a ser así porque la pizza en Japón siempre es fea y él debería hacerme caso a la hora de elegir comida. Llegábamos a un apartamento de unos desconocidos. Mi papá se emborrachaba y me decía que nos fuéramos pero yo me rehusaba a irme. Le contaba al dueño del apartamento (en japonés) que yo había vivido en Japón hacía años, que antes podía hablar en japonés bien pero ya no. Me costaba mucho trabajo decir esas frases. Me iba a dormir. Mi cuarto quedaba en el baño.


    2015 - 06.25

    Había una casa de juegos abandonada, medio oscura y un poco tenebrosa, que yo recorría con alguien. Pero creo que se hacía énfasis en que no era nada de terror. Igual me llamaba la atención todo lo viejo, como de los años 20, ahí decrépito pero aún funcionando.

    En otro momento, estaba en una piscina con la hija de j. Le estaba enseñando a flotar pero ella siempre se hundía. Sin embargo, nunca se ahogaba; solo terminaba caminando en el fondo del agua hasta que yo la sacaba y nos reíamos. Se la entregaba a j. Él me daba un beso.

    De repente estaba en Japón, con Azuma. Estábamos comiendo bento, pero el mío tenía todo envuelto en plástico y era muy incómodo desenvolver el arroz y lo demás. Pensaba que había olvidado avisarles a Hazuki y Arisu que estaba acá, pero aún tenía un poquito de tiempo para verlas.

    Salíamos a una calle y encontrábamos a un señor paseando perritos. Esto ya no era Japón. Algunos de los perritos tenían una enfermedad que los hacía ver abultados como un brócoli. Uno de ellos también estaba perdiendo el pelaje. Les trataba de tomar fotos con el celular pero por alguna razón se me dificultaba.

    Entraba a un recinto oscuro con unos familiares y seguía tratando de tomar fotos. Al revisarlas, me daba cuenta de que había pasado por la cama de mis abuelos maternos y ahí estaban. Me devolvía para saludarlos, primero a mi abuela y luego a mi abuelo. Mi abuelo me contaba que estaba muy bien, muy cómodo, que tomaba té tres veces al día. Estaba sonriente.

    Me desperté preguntándome en qué andaría mi abuelo. Luego me acordé de que está muerto.


    2015 - 06.09

    Corría una maratón. Estaba entre los dos primeros. No podía creer que pudiera correr tanto. El otro favorito era un japonés y queríamos ir juntos, que nadie llevara una gran ventaja. No era muy claro por dónde había que correr. El japonés tenía que detenerse un rato porque necesitaba un trípode para su cámara. Muchos fans le ofrecían trípodes. Me decía que siguiera pero que lo esperara al final.


    2015 - 06.01

    Estaba volviendo a la casa y pasaba al lado de un padre y su hija (que tendría por ahí mi edad). La hija le decía al padre que estaba muy pero muy contenta de que él se fuera a vivir a Japón. Yo pensaba que después del sueño de la noche anterior (supongo que eso sería “anoche” en la realidad del sueño) y mi episodio en Kinokuniya (el cajero me había empezado a hablar en inglés pero cambió a japonés apenas vio que llevaba libros en ese idioma), esta era una especie de tercera señal positiva o algo así. Llegando a la casa, veía cómo detenían a unos atracadores que iban a apuñalar a alguien.


    2015 - 05.30

    Estaba en Japón y me iba a ir. Estaba con Cavorite pero él se tenía que ir y yo quedaba sola en mi dormitorio. No había casi luz y me tocaba alumbrar el cuarto con la linterna del celular. Ahí me daba cuenta de que me quedaba un montón de muñecos de peluche de mi infancia que no quería botar y que habría podido meter en una maleta, pero ya era demasiado tarde para comprar una maleta nueva. Pensaba que es duro irse de los lugares donde uno pasó poco tiempo pero también sería duro dejar el lugar de siempre por irse a vivir al lugar donde pasó poco tiempo. En fin, uno siempre está dejando un lugar y eso da duro. Además, ¿a qué hora era el vuelo? ¿Me dejaría el avión? Me daba cuenta de que, como no recordaba la hora, lo más probable era que yo nunca hubiera hecho el viaje hacia Japón, y por lo tanto esto era un sueño.


    2015 - 05.18

    Iba a Tokio. No tenía un plan. Tenía plata suficiente para un JR Pass pero por el momento no lo compraba. Compraba un tiquete para ir a algún lugar lejano de la Yamanote Line. Decidía mandarle un mensaje a Chee Siang a ver si me alojaba en su casa por el momento. Me recibía: su apartamento era enorme y entapetado. Yo señalaba que no parecía una vivienda japonesa para nada, a pesar de que había tatami por aquí y por allá. El baño era rarísimo. La taza parecía estar pegada a un jacuzzi. Me preguntaba a qué tomarle foto primero para poner mi primera foto de Tokio en Instagram.


    2015 - 03.15

    Estábamos en un monte alto con Azuma y Yin. El monte quedaba en Shibuya, pero no tenía nada de edificios, solo matas. Yo hablaba de hacer equilibrio sobre una cerca que rodeaba una torre (¿de energía?) en una cuesta empinada. Tenía el recuerdo de haberlo hecho antes pero ahora el viento era demasiado fuerte para mantenernos en equilibrio. Un señor aparecía y nos advertía lo mismo, pero por el viento yo no le entendía. Se suponía que había dicho que el viento nos lanzaría lejos de la cuesta violentamente. Nos devolvíamos y resultábamos en un instituto de investigación científica con paredes de colores. Creo que deambulábamos por los pasillos buscando una salida.