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    2015 - 01.21

    Estaba paseando con mi abuela cuando llegábamos a un parque que tenía un centro de interpretación donde podíamos ir al baño. De repente, al entrar, eso ya no era ningún parque sino un refugio (tal vez) en una zona de guerra en el África. Yo entraba al baño pero me tocaba huir porque se me aparecía un guerrillero africano, me apuntaba con una AK-47 y me decía “the teacher says good day to you” (como en la primera escena de The Interpreter). Yo corría y corría, y en el camino veía cómo levantaban gente en grúa para ahorcarla. Todos eran extranjeros, y estaban desnudos. Podía oírlos asfixiarse. En la calle había más extranjeros amarrados, muertos o agonizando, retorciéndose. Yo corría y los esquivaba. Al final de una calle encontraba un grupo de coreanos amarrados que aún estaban vivos y vestidos. Los soltaba y me agradecían mucho. Incluso me regalaban algo bordado con mi nombre y un mensaje de agradecimiento. Yo intentaba llegar al aeropuerto corriendo pero me perdía y apenas podía seguir hordas de niños que rompían cadenas para no quedar atrapados en callejones sin salida. Así terminaba yo en un centro de rehabilitación para niños víctimas de la guerra en vez de lograr huir del país. La guerrilla africana que se había tomado la región tenía ayudantes de las Farc. Uno de ellos pasaba sonriente en el centro de rehabilitación. Allí yo trabajaba como intérprete. Tratábamos de entrevistar a una niña que había quedado con el cerebro expuesto al aire. Ella lloraba e intentaba tocar una guitarra de juguete desafinada. Las otras extranjeras que querían entrevistarla insistían, pero a mí me parecía que no había que forzarla. Tenía partes de la piel aclaradas, como en una especie de vitiligo. Me forcé a despertarme apenas pude.


    2011 - 02.13

    Primer sueño: Entraba a un baño público y me demoraba en salir porque estaba estreñida. Unas personas que necesitaban el baño empezaban a hacerme la charla entre amables e impacientes. Yo estaba a la vista de todo el mundo, hablando y al mismo tiempo tratando de terminar. Alguien me daba una cucharada de mermelada de ciruela. La sensación de tener que mantener la conversación y al mismo tiempo expulsarlo todo lo más rápido posible pero estar atascada era sumamente desagradable.

    Segundo sueño: Kim, el coreano de mi departamento, estaba muy enfermo y lo habían hospitalizado. Yo iba a visitarlo y hallaba que había mucha vigilancia alrededor de su cuarto, pero me dejaban pasar por ser compañera de la universidad. Recorría un pasillo largo y con varios recovecos hasta llegar a una cancha de basketball. Me enteraba de que le estaban rindiendo homenaje con un show espectacular. Pensaba que debía haber llevado mi ukulele, pero aparecía Kristie (mi profesora y jefe) tocando un ukulele soprano y yo decidía pedírselo prestado e improvisar algo. Lamentaba no haber practicado antes, pero me ponía a repasar mi repertorio mentalmente en busca de algo que recordara de memoria.


    2010 - 04.19

    Alguien ensayaba a hacerme un peinado extraño pero bonito. Había una fuente hermosa en el sitio donde me encontraba. Al parecer era más linda en invierno. Creo que también me probaba unos vestidos, o yo estaba aprendiendo a hacer vestidos.

    Por alguna razón tenía que usar en secreto el baño de un edificio. Entraba. Los interruptores eran como en Suiza. Dejaba la puerta abierta. Una señora me pillaba y llegaba corriendo al baño dispuesta a pegarme. Yo cerraba la puerta, pero ya era demasiado tarde. Ella la abría violentamente y me encontraba haciendo cara de inocente, sentada. Yo le decía (sin pararme) que solo era una niña que necesitaba el baño. Ella se disculpaba.


    2009 - 10.04

    Estaba con Ovidio en un apartamento bonito de colores cálidos, como que con luz de atardecer sobre adoquines. Creo que lo hacía reír. Le veía la cara muy de cerca. De repente ya no estaba él sino Susan Sarandon, con quien al parecer yo tenía un romance. Me parece que ella estaba un poco escéptica ante mis avances, pero le gustaba estar conmigo. Yo tenía que ir al baño; mientras estaba sentada veía por una rendija a una niña pasar corriendo.

    Ahora seguía sentada en una taza, pero ya no en un baño sino en medio del hall de entrada de un centro de convenciones en Tokio. Una señora me preguntaba en japonés si sabía adónde debía ir para quién sabe qué evento y ella hacía un par de preguntas en la recepción. Duraba ahí mucho tiempo sin importarme que todo el mundo me estuviera viendo, pero algo preocupada porque gracias al estreñimiento estaba acaparando el sanitario. De pronto me daba cuenta de que otra vez estaba teniendo un sueño donde estaba estreñida mas no avergonzada en un lugar donde todos me podían ver.

    Volví a conciliar el sueño y vi un episodio de una serie animada que, según tenía entendido, era The Simpsons. Homero intentaba ganar dinero de maneras muy absurdas. Por quemarse las manos poniéndolas sobre algún metal al rojo le pagaban ¥490. Entonces salía un pez del agua y el aire se convertía en agua, o al menos se volvía respirable para el pez, y de arriba salía una legión de pastos a perseguirlo. Al parecer ese cambio en la dimensión había sido culpa de Homero. Ese era el final del capítulo y el pez nadaba rapidísimo hasta convertirse en el logo de la productora de televisión.

    Ahí sí desperté.


    2007 - 08.09

    Anoche soñé que me encontraba a la espera de ser ejecutada. La próxima semana moriría a manos de la justicia por causas desconocidas. Aparentando calma jugueteaba en mi mente con la posibilidad del suicidio para evadir el pelotón, o lo que fuera que acabaría con mi vida. Para Himura el asunto no representaba mayores angustias: la condena estaba ahí y había que enfrentarla. Me encontraba con una niña del curso (de todas las niñas del curso, justo una con quien no hablé mucho: la que se casó y se fue a Suiza) y le escribía un mensaje sobre un objeto de madera mientras le hablaba de lo afortunada que era al contar con el lujo de poder hacer planes a largo plazo. La idea del dolor y de la nada que le sucedería me aterrorizaba, pero yo aún sonreía. El dolor, ¡el dolor! Un dolor por encima de todo dolor jamás experimentado, y luego… ¿y luego qué?

    Entonces tuve otro sueño. Entraba en un baño público de piso de piedra arenosa, pero la cabina que tomaba tenía un defecto: aunque cerrara la puerta, cualquiera podría verme de todos modos, pues el sanitario estaba localizado frente a una pared faltante al lado de la puerta inútil. De repente me encontraba con el hermano de Himura y le decía que estaba encantada de verlo pero que por favor me esperara un momento puesto que estaba recién bañada y envuelta en una toalla y debía vestirme. Lo extraño es que en ambas situaciones yo no experimentaba vergüenza.