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  • Archive for May, 2015


    2015 - 05.30

    Estaba en Japón y me iba a ir. Estaba con Cavorite pero él se tenía que ir y yo quedaba sola en mi dormitorio. No había casi luz y me tocaba alumbrar el cuarto con la linterna del celular. Ahí me daba cuenta de que me quedaba un montón de muñecos de peluche de mi infancia que no quería botar y que habría podido meter en una maleta, pero ya era demasiado tarde para comprar una maleta nueva. Pensaba que es duro irse de los lugares donde uno pasó poco tiempo pero también sería duro dejar el lugar de siempre por irse a vivir al lugar donde pasó poco tiempo. En fin, uno siempre está dejando un lugar y eso da duro. Además, ¿a qué hora era el vuelo? ¿Me dejaría el avión? Me daba cuenta de que, como no recordaba la hora, lo más probable era que yo nunca hubiera hecho el viaje hacia Japón, y por lo tanto esto era un sueño.


    2015 - 05.18

    Iba a Tokio. No tenía un plan. Tenía plata suficiente para un JR Pass pero por el momento no lo compraba. Compraba un tiquete para ir a algún lugar lejano de la Yamanote Line. Decidía mandarle un mensaje a Chee Siang a ver si me alojaba en su casa por el momento. Me recibía: su apartamento era enorme y entapetado. Yo señalaba que no parecía una vivienda japonesa para nada, a pesar de que había tatami por aquí y por allá. El baño era rarísimo. La taza parecía estar pegada a un jacuzzi. Me preguntaba a qué tomarle foto primero para poner mi primera foto de Tokio en Instagram.


    2015 - 05.15

    Mi cuarto quedaba en el patio de mi casa. Cavorite estaba por ahí y se iba a mirar algo que había pasado porque se oían gritos. Había una pelea en la calle. Yo me asomaba pero no veía nada porque el techo del patio era transparente y yo estaba encandilada. Después me daba cuenta de que me había puesto dos pares de gafas y veía todo borroso. Al fin lograba ver a unas mujeres con mantas guajiras peleando, gritando y jalándose el pelo. Entraban a la casa y subían al segundo piso. Yo volvía a mi cuarto y pensaba que tal vez no estaba tan mal dormir en el patio porque siempre me entraba la luz y tal vez podría ver las estrellas de noche. Era un día esplendoroso con un cielo color azul intenso. Cerraba los ojos porque el sol me pegaba justo en la cara. Sentía que disminuía un poco la luz y ya podía abrirlos. Abrí los ojos y desperté en el cuarto de Cavorite. Se sintió rarísimo darme cuenta de que no solo no estaba en el patio de mi casa, sino que ni siquiera estaba en mi casa.


    2015 - 05.14

    Llegaba a un edificio bonito con muchas matas. Había unas tiendas de libros, y en una de ellas estaba Himura con sus hermanos. Yo me alejaba rápido de ahí cuando lo veía. Se veía muy gordo. Me lo encontraba en la otra tienda y nos ignorábamos o nos mirábamos mal brevemente. En el edificio había un hueco que atravesaba todos los pisos y era donde la gente colgaba la ropa. Me tiraba por el hueco pero las cuerdas de ropa que iba reventando amortiguaban mi caída. De pronto, a mi derecha había un letrero de “exit”. Salía y quedaba en una terraza muy bonita con muchas matas. Me llegaba una carta de parte de mi trabajo: anunciaba que estaba suspendida de mi cargo, y además que un cliente de la empresa me demandaba desde Cali. Intentaba leer más pero la carta se convertía en galletas Saltinas con mermelada y se deshacía en migas pegajosas. Llegaba más gente y había una fiesta. Una señora me hablaba mucho durante la fiesta, era muy amable. Al parecer era la dueña del lugar. La terraza daba contra una autopista abandonada o sin terminar. La gente se iba de la terraza saltando directamente hacia la autopista. Quedaba sola con la señora. De repente me daba cuenta de que ella no era una señora común y corriente sino un fantasma o algo así, y su esposo—que estaba en una habitación contigua—era un espíritu maligno o un monstruo que me iba a hacer daño. Huía.


    2015 - 05.13

    Con mi familia veíamos un episodio de Aventuras en Pañales. Estábamos en un edificio bastante feo. Yo iba a dar una vuelta por la cuadra y, cuando volvía, no lograba encontrar el apartamento donde estaban todos. Por un pasillo se asomaba una rata enorme rosada. Yo la ignoraba porque lo asqueroso no era lo importante, sino mi familia. Cuando por fin lo hallaba, resultaba que una secta budista los estaba matando a todos poniéndolos a mirar a través de una tela roja. Desaparecían en el acto, y en ese instante el monje principal pellizcaba la tela con una especie de caimán de pelo. Veía cómo desaparecían a mi mamá. Me daba cuenta de que esto era un sueño e intentaba desesperadamente despertar, pero no podía. Entonces me asomaba por una tela amarilla que estaba al lado izquierdo de la roja y, efectivamente, desperté unos segundos. Pero ahí mismo volví al sueño y le preguntaba al monje si nos estaba matando o haciendo despertar. “¿En el sitio adonde están yendo, están vivos?” El monje no respondía. “¿Me va a doler? ¿Me va a doler? ¿Me va a doler?”

    Desperté con miedo de volver a quedarme dormida y terminar allá otra vez.