Mi hermana y yo estábamos concursando en America’s Next Top Model. El concurso lo estaban llevando a cabo en Buenos Aires y nos tocaba ir a ver diseñadores para mostrarles nuestro portafolio. El lugar adonde a mí me mandaban era en Unicenter y yo no sabía cómo llegar allá. Mi hermana tenía una gran ventaja porque conocía bien la ciudad pero se negaba a ayudarme. Me quejaba con Tyra Banks y Jay Manuel y me decían que no importaba, que más bien participara en los otros retos. Yo les decía que siempre había sabido que mi hermana era la más bonita de las dos, y ellos me decían que no estuviera tan segura.
En una historia paralela, yo tenía una lana color mora en leche y unas agujas de tejer con una bufanda que mi hermana había dejado a medio terminar. Yo quería deshacer la bufanda y empezar a tejer una nueva, pero lo que mi hermana había hecho era tan pero tan bonito —tenía huecos que formaban el dibujo de una rosa— que no quería destruirlo, además porque no sabía cómo reproducir esa técnica.
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