Estaba en Londres. El día pasaba muy rápido y no me daba cuenta. Querían acomodar a varias niñas del curso en mi cuarto, que con tantas camas parecía como de hospital. Yo aseguraba las más amplia. Pretendía salir pero ya era tarde. El paisaje era hermosísimo. Oía a unas niñas hablar de cómo los negocios cerraban muy tarde, entonces le decía a mi papá que saliéramos a conocer. Hablaban de una tienda de especias. Entraba a una galería de tiendas con mis papás. A mi mamá le llamaba la atención la tienda de especias. Encontrábamos limón salado vietnamita y nos daban una degustación de algo preparado con dicho limón. Exquisito.
Veía pasar a unos jocks como de Revenge of the Nerds cantando el nombre de una tienda y aplastar a alguien contra la puerta de dicha tienda. El negocio era una especie de tienda escolar con minimercado. Entraba ahí; pensaba que ya estaban cerrando pero el dueño me dejaba comprar algo rápidamente. Mientras buscaba, otras mujeres llegaban también. En un platico de icopor servía couscous, pepinos en rodajas y atún. Las mujeres me decían que cada couscous era diferente y hablaban de festividades raras con términos desconocidos. Yo me hacía la que sabía. El dueño de la tienda me preguntaba cómo me había quedado algo que había comprado con anterioridad en la tienda y reclamaba porque no le había enviado foto. Le decía que lo había preparado para “International Night”. Todo transcurría en inglés. Pensaba en comidas con Cavorite y con Azuma. Buscaba algo ya hecho. Había pollo frito pero al verlo recordaba que tenía muchas cosas sepultadas en escarcha dentro de la nevera y era mejor usarlas en vez de seguir comprando más comida.
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