Estaba en una casa antigua japonesa (¿o un ryokan?) con Azuma y alguien más. Nos dividían en cuartos según nuestro género, pero también dependía de si éramos cisgénero o trans. Yo no sabía dónde iban a poner a Azuma. En las paredes había cosas escritas en pintura negra que yo no leía. De repente estaba en un patio interior de la casa con una ahuyama en las manos y un venado me atacaba. Yo me defendía de sus cornadas con la ahuyama. Luego les contaba mi aventura a un grupo de japoneses. Llamaba erróneamente “芋” (imo, “tubérculo”) a la ahuyama, y no recordaba cómo se decía “cuerno” en japonés. Les preguntaba a los japoneses y les hacía gestos de cuernos con los dedos sobre la cabeza, pero no me respondían. Apenas me desperté busqué la palabra. Es 角 (tsuno).
2012 -
03.31