Estábamos mi hermana y yo en un supermercado donde vendían una especie de ahuyama gigante llamada “gen” (ゲン). Yo me preguntaba qué significaría “gen”, si “gan” es cáncer.
Existía un tren especial cuya velocidad provenía de un avión F-14 (que más parecía un X-Wing) conectado a uno de los vagones. Mi hermana y yo nos montábamos en el avión y el piloto nos explicaba cosas mientras nos llevaba. De pronto estábamos recorriendo Ginebra en el avión. El piloto nos explicaba que ahí quedaba un museo de un inventor importante. Era un lugar muy colorido. Yo tenía puesto un collar azul que imitaba las letras del nombre del inventor que estaban grabadas en una torre de agua del museo. A mi hermana le parecía espectacular. A la entrada del museo había un problema con el precio de la boleta. Me hablaban en francés pero a mí solo me salía el japonés. Mi hermana hablaba alemán fluido aunque con pronunciación chistosa.
En el museo nos encontrábamos a una antigua compañera de Los Andes que me detesta. Nos saludábamos y teníamos una conversación bastante aburrida con sonrisas forzadas, pero finalmente a mí me daba por hacer algún chiste mordaz y ella se ofendía. Mi hermana me decía que yo me había burlado demasiado y ahora ser amable no resolvería nada. Así pues, volvíamos a ignorarnos mutuamente como de costumbre.
Llegábamos a otra sección del museo. Aparecía Cavorite. Estaba contento de verme, me daba besos y me llevaba de la mano. De pronto estaban ahí mi tío Ju. y mi prima y nos recogían en su carro. Yo todavía quería seguir recorriendo el museo.
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