Estaba buscando señal de celular para mi iPhone en China, pero mi proveedor me castigaba desconfigurándolo durante 24 horas. Encontraba una especie de señal pirata (china, jajaja) que me mostraba cosas rosadas y brillantes en chino. Yo estaba buscando el contacto de Himura porque había quedado de verme con él. Era una búsqueda infructuosa.
Todo esto sucedía mientras yo estaba en una especie de sala VIP de un centro comercial chino con mi mamá. Yo le explicaba que todos estos servicios eran carísimos para los chinos pero baratísimos para nosotros. Uno de los servicios (para relajación) era ponerle a uno cachorritos a que le chuparan a uno los dedos de la mano. Yo tenía perritos a cada lado y no podía quitármelos de encima.
“No sé si se siente bien o mal”, le decía a mi mamá.
Después me pasaban otros perritos pero estos tenían dientes. La sensación seguía siendo un poco desagradable.
De repente resultaba que no estaba esperando poder comunicarme con Himura sino que debía haberme ido a mediodía en tren para encontrarme con Cavorite en algún pueblo europeo. Ahora eran las 5 de la tarde y quién sabe cómo había dejado pasar tanto tiempo.
Pero seguía en China. Ahora una china pequeñita y flaquita me hacía masajes en el cuello y hombros.