- Iba a ir a Estados Unidos pero me daba cuenta en el camino —en Japón (¡!)— de que había olvidado mi plata. Solo tenía como dos billetes de ¥1000. Pedía unos pinchos de sushi y casi no lograba decir en japonés “a cómo son”. Hablaba demasiado confianzudamente con el vendedor japonés (demasiado para estándares japoneses).
- Tenía trabajo de interpretación pero amanecía ronca. Pánico.
- Iba al apartamento de alguien en el centro de Bogotá. Era un semicírculo muy amplio pero ella se iba a mudar porque era una zona muy insegura. De repente aparecía una ex compañera del colegio y nos anunciaba en un cómic que estaba en proceso de transición para ser hombre. Yo le decía que yo ya sabía y que, es más, lo había soñado y lo tenía anotado en este blog. Cuando me disponía a mostrarle el post, mi computador enloquecía y me mandaba a cualquier página menos a esta.
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