Con mi familia veíamos un episodio de Aventuras en Pañales. Estábamos en un edificio bastante feo. Yo iba a dar una vuelta por la cuadra y, cuando volvía, no lograba encontrar el apartamento donde estaban todos. Por un pasillo se asomaba una rata enorme rosada. Yo la ignoraba porque lo asqueroso no era lo importante, sino mi familia. Cuando por fin lo hallaba, resultaba que una secta budista los estaba matando a todos poniéndolos a mirar a través de una tela roja. Desaparecían en el acto, y en ese instante el monje principal pellizcaba la tela con una especie de caimán de pelo. Veía cómo desaparecían a mi mamá. Me daba cuenta de que esto era un sueño e intentaba desesperadamente despertar, pero no podía. Entonces me asomaba por una tela amarilla que estaba al lado izquierdo de la roja y, efectivamente, desperté unos segundos. Pero ahí mismo volví al sueño y le preguntaba al monje si nos estaba matando o haciendo despertar. “¿En el sitio adonde están yendo, están vivos?” El monje no respondía. “¿Me va a doler? ¿Me va a doler? ¿Me va a doler?”
Desperté con miedo de volver a quedarme dormida y terminar allá otra vez.
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