Cavorite y yo nos íbamos a casar, pero él nada que aparecía. Estábamos todos (familia, amigos lejanos) en un bus rumbo a Cali, pero no había noticia de Cavorite. Yo empezaba a hacerme a la idea de que ya no me iba a casar, cosa que me hacía sentir bastante cómoda. De repente, recordaba que había olvidado invitar a mis mejores amigas del colegio. Razón de más para cancelar la boda. Sin embargo, Cavorite aparecía de repente y ya tocaba ahora sí casarse. Yo pensaba que no le había dado mayor importancia a mi último día de soltera, y ahora iba a ser casada, y no sabía cómo sentirme al respecto. Tenía pereza de casarme. Además, el sitio donde iba a ser la ceremonia no me gustaba (no me enteraba de dónde iba a ser sino hasta último momento). Era como si todo hubiera sido mal planeado a última hora y yo deseara esperar un poco más y tener un poco más de control sobre todos los preparativos. Sin embargo, sabía que Cavorite no tenía muchas más oportunidades de venir a Colombia, así que si cancelaba la boda sería un paseo hasta acá para nada.
2015 -
03.22