Aparecía una nueva sucursal de Wok en el barrio de al lado. Yo estaba invitando a unos amigos a comer conmigo allá pero me pasaba del lugar. Me sorprendía que estuvieran poniendo restaurantes más finos en el barrio.
De repente estábamos en Lima. Mis papás y yo íbamos a un museo espectacular (que también tenía un Wok) pero a mí me daba rabia con ellos y no entraba. Aparecía Jesús Cossio y con él sí recorría el museo. Era realmente increíble, aunque tenía los baños defectuosos. Había muchos artefactos gigantes de paja, manuscritos que se podían tocar y cóndores de mármol rosado.
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