Mis papás y yo íbamos a Villa de Leyva. Teníamos un guía, que era Jesús Cossio. Jesús nos anunciaba que ya era hora de volver a Bogotá, pero mis papás tenían entendido que la partida iba a ser más tarde y se enojaban con él. Yo buscaba un baño desesperadamente por muchas callecitas y negocios. Brillaba un fuerte sol de atardecer. Por fin encontraba uno pero me lo intentaban arrebatar y además su uso costaba 5 pesos. Yo solo tenía monedas de 2 y 7 pesos y de todas maneras no pagaba porque entraba de una. Luego salía corriendo por un camino lleno de sapos. Accidentalmente pisaba algunos, pero no me detenía a mirar cómo habían quedado.
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