Alguien me mostraba fotos llenas de niebla y me decía que la vida en London, Ontario debía ser deprimente por ese mal clima que había todo el tiempo. Estaba a punto de quedarme en la casa de alguien pero notaba que había olvidado el morral con mis cosas, entonces no sabía bien qué hacer. De repente, resultaba que estaba en Kioto y entraba a un templo con pasadizos complicados. Pasaba a un salón poco iluminado donde tenían un experimento en el que uno introducía una moneda por un tubo y esta salía despedida por una de cuatro bocas junto con más monedas. Yo metía una moneda y encontraba en el piso de madera un montón de pedazos de estrellas metálicas. También había monedas de mucha mayor denominación que la mía, así que las recogía. Súbitamente me hallaba en un juicio donde me estaban acusando de haber usado esa máquina. Yo les explicaba que había un letrero en un tablero invitando a usarla y los monjes decían que eso no era lo que decía. “I’m sorry, my Japanese is very bad!”, decía yo llorando. Me decían que era una bruta y otro montón de cosas que no recuerdo. El juicio se prolongaba y yo debía salir del templo. A la salida había un torniquete. Cuando estaba a punto de pasar, recibía una llamada al celular. Era William Vinasco Ch. lamentando mi situación. Yo no sabía si era una entrevista para la radio.
2013 -
12.16