Tenía que ordenar un cuarto u oficina para dejarlo, pero alguien me botaba algunas cosas que quería conservar. Jesús Martín me ayudaba a organizarlo todo muy rápidamente y a recuperar mis cosas. Estas habían caído en manos de unos nazis.
Visitaba con una amiga (no sé quién) un museo-hospital de torturas nazis. Delante de nosotras llevaban en una camilla a una niña de yeso a la que le iban a quebrar o serrar la mandíbula. Se escuchaban gritos y gemidos desde todas partes. El recorrido terminaba en un pasillo bloqueado con un biombo. Yo temía que detrás hubiera algo realmente horripilante y no me asomaba, pero mi amiga sí. Creo que solo había camillas apiladas. Salíamos. No sé por qué no tenía miedo pero al salir mencionábamos que yo tenía los puños muy cerrados y mi amiga se estaba agarrando fuerte las faldas de su vestido.
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