Iba a un Subway sobre la 85 o la 90, ya que estaba trabajando cerca de ahí. Veía a algunas niñas del colegio, pero decidía no interrumpirlas y comer sola. Iba a pagar con un billete de 20.000, lo cambiaba por uno de 50.000 y la administradora me decía que prefería el de 20.000. Me iba a sentar a comer en una mesa grande pero, cuando me daba cuenta de que estaba al lado de una niña del colegio, me cambiaba de sitio. Se me dificultaba encontrar mi orden entre las mesas. Conversaba con la administradora.
De repente estaba parada frente a una pared blanca, abrazada a un hombre que me decía algo de los campos magnéticos. Yo le decía que era algo como lo que había visto en Archie, que había focos de magnetismo en la Tierra donde uno podía proyectarse como algo hipotético —yo recordaba haber visto un episodio de Archie en el Subway y ahí Archie había podido proyectarse como un muñeco de trapo y como amante de Betty y Veronica—. Nos mirábamos en un espejo de cuerpo entero. Yo llevaba ropa deportiva pegada y tenía un cuerpo escultural.
Volvía a ver Archie. Eran episodios de los 80. Betty se estaba haciendo una trenza ladeada y yo pensaba que debería haber recurrido a este programa para ilustrarme sobre los peinados ochenteros. De repente Archie se proyectaba como una figura viva (en vez de un dibujo animado) que tiraba con Betty. La visión duraba apenas unos segundos y Archie quedaba consternado.