Decidía cambiar mi cédula porque no me gustaba el municipio de expedición de la actual. La Registraduría era un lugar oscuro con counters como los de los aeropuertos. Un funcionario trataba de disuadirme de hacer el cambio, me decía que era muy tonto hacerlo. Una funcionaria decía que lo haría, pero que tenía tres días para tomarme la foto de la nueva cédula. Yo tenía un barro enormísimo en la nariz y le decía que no podía tomarme la foto tan pronto. De malas, ese era el requisito.
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