Estaba en Japón. Yazan, mi amigo de Siria, iba a volver a su país. Me enteraba casualmente, y lo invitaba al Cafe Journal. Él no quería ir allá, pero íbamos con una amiga coreana de él a un restaurante coreano. Yo planeaba tomar mucho umeshu soda pero terminaba tomando jugo de mora con un chorrito de salsa de tomate. De pronto aparecía una manifestación multitudinaria de simpatizantes de Kim Jong-un con gafas hipsters de plástico sin lente. Todos nos separábamos y yo resultaba en una tienda de donas donde uno podía ir mordiendo las donas y hundiéndolas en helados de diferentes sabores. Los helados estaban calientes. Estaba delicioso. Yo pensaba que tenía que volver a Corea. De pronto caía en cuenta de que yo también me iba a ir de Japón al otro día. Una niña de mi curso (NLT) me contaba que no estaban dejando llevar mucha comida en el equipaje, entonces que me olvidara de llevar souvenirs. De todos modos no se me ocurría qué podría llevar, si necesitaba espacio en la maleta. Esta era mi segunda estancia en Japón y yo tenía las maletas más o menos llenas, así que no había mucho más que pudiera meterles. Estaba dispuesta a botar cosas, pero necesitaba bolsas de basura. Pasaba a un supermercado lleno de gente, detenía a un señor que pasaba por ahí y le decía que no tenía nadie más a quién contarle esto, pero que me iba a ir definitivamente de este país y no había alistado nada. Cogía un paquete de bolsas pero alguien me decía que no eran las apropiadas. Me quedaba buscando las bolsas que eran mientras pensaba que hacía un año yo ya había pensado en lo definitivo del adiós y ahora no me importaba tanto aunque este sí era el final. Pensaba que tenía que regresar algún día a Japón o Corea.
2012 -
04.16