Entraba a estudiar en El Colegio de México. Estaba perdida en el campus, se sentía grandísimo. Corría por lugares llenos de charcos, pensando que en Tsukuba también me sentía perdida al principio. No tenía idea de qué clases iba a tomar. Me extrañaba no sentirle acento mexicano fuerte a nadie. Encontraba monedas de diez yenes y me alegraba que en México utilizaran las mismas monedas que en Japón, ya que podría darles utilidad a las que me sobraban.
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