Estaba con Azuma en un almacén por departamentos tipo Seibu. Era mi último día en Japón y me angustiaba la falta de tiempo para empacar. Buscaba desesperadamente souvenirs para comprar, preocupada por la alta probabilidad de que no cupieran en la maleta. Empezaban a cerrar el almacén y mi angustia aumentaba. También trataba de pensar en cuál sería una buena última comida en Japón. Azuma me daba a probar unos langostinos rellenos. Estaban buenos.
2011 -
04.05