Estaba haciendo escala en algún lugar camino a Japón. Resultaba en una villa recogiendo granos junto a un contacto de Internet. Ella (el contacto) estaba aprendiendo a cocinar con los productos locales y estaba muy entusiasmada de tenerme ahí. De repente, por alguna razón la casita donde nos estábamos quedando explotaba. Entonces llegaba la hora de tomar mi vuelo a Japón haciendo otra escala en Mumbai. Buscaba la sala de embarque desesperadamente y me daba cuenta de que tenía puestas las botas de invierno, con lo que era más difícil correr. Las salas de embarque de las aerolíneas árabes tenían camellos, cojines, velos y todo tipo de lujos. Una operadora de una aerolínea india me decía que perfectamente podía pasar por india, pero que me iba a maquillar para que lo pareciera más. Yo seguía buscando mi sala de embarque hasta que me daba cuenta de que no tenía que moverme de donde estaba antes (la propia villa de la casa en llamas). Volvía donde la operadora india pese a que tenía poco tiempo, pero encontraba a unas jóvenes y ya no estaba en un pasillo sino al lado de una carretera, probablemente en India. Las jóvenes me regalaban un chal hermosísimo color verde pavo real. Decían que si me cubría la cabeza con él, mis ojos resaltarían y me vería más india. Lo recibía y corría por el campo, preguntándome si me tocaría quedarme a vivir en India. Desperté antes de llegar a la sala de embarque y abordar mi avión.
2011 -
02.26