Trabajaba tras bambalinas en un concierto de Ricardo Montaner. Sin embargo, en pleno concierto él se enamoraba de una fan y se iba con ella. Yo decidía entonces aprovechar y hacer mi propio concierto improvisado. Tomaba el micrófono y empezaba a cantar “Xanadu” a capella, pero la voz me salía muy débil. Me daba cuenta además de que el público se había ido y solo quedaba mi familia en las filas de adelante. En una silla de la segunda fila mi abuelo paterno estaba durmiendo.
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