Hojeaba un libro de fotos acerca de tres generaciones de mujeres muy longevas. La mayor había nacido en 1751. Se había quedado ciega. Al parecer todas las personas tan tan tan viejas siempre perdían la vista, según decía el libro. Primero en un ojo, luego en el otro. En el hospital donde tenían a las personas tan tan tan viejas les ponían un gorro que les tapaba hasta los ojos inútiles y unos mitones. En la foto se veían los ancianos caminando a ciegas con los brazos extendidos hacia adelante. La explicación en la parte inferior de la página decía que este experimento demostraba no sé qué instinto de supervivencia. Se veía bastante cruel. Pobres ancianos.
Cavorite tenía otra copia del libro y me preguntaba qué querían decir las primeras páginas, donde aparecían el abecedario y una muestra de kanji en letras gigantes. Yo estaba somnolienta, pero alcanzaba a decirle que probablemente era una guía tipográfica.