Vivía en casa de mi tía y tenía un vecino muy bonito que estaba enamorado de mí. Me instaba a que saltara de un balcón para irme con él pero me daba miedo ir a partirme un pie o algo así. Asomada al balcón evaluaba las paredes para bajarme poco a poco. Aparecía mi papá y yo cancelaba la idea de saltar pero quería darme muchos besos con este personaje. De repente estaba rescatando un montón de aretes de un hueco. No sé a quién habían pertenecido, yo tenía la sensación de que eran míos, pero otras personas los estaban reclamando como una especie de herencia. En algún punto alguien me decía que yo tenía acento chileno.
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