Me iba a graduar de la universidad. Mi papá me decía que al regresar de Japón debería empezar una nueva vida, por lo cual debería deshacerme de absolutamente todo lo que tengo. Además, como de ahora en adelante sería adulta, debería deshacerme del Vestido Mío. Yo peleaba contra él con todas mis fuerzas, pero la voz me salía muy débil. Creo que también intentaba pegarle. Le decía que él había botado todas sus cosas pero eso no lo había hecho mejor persona, que estaba actuando igual a mi tía que le había botado sus dibujos hacía años. De repente estaba en la ceremonia de graduación, vestida de kimono. Íbamos a hacer una especie de bon odori (baile tradicional japonés) y yo me asomaba por encima de las cabezas a ver si aparecían mis papás.
En duermevela sentí alivio porque esto solo había sido un sueño, pero me pareció ver la cabecera de mi cama en Bogotá y pensé que no era un sueño. Luego me di cuenta de que estaba en el futón y sí había sido un sueño.
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