Estaba en casa de una persona de Internet que no sigo. Tenía muchos relojes en su pared. Dos de ellos, dispuestos uno al lado del otro, mostraban la hora de Berlín y la hora de Bogotá.
Estaba en clase de educación física en el colegio. La profesora quería ponernos a hacer muchísimo ejercicio todos los días, “until you melt like butter”. Yo pensaba que podría empezar a correr diez minutos cada día para que las pruebas no me fueran a dar tan duro. En todo caso la profesora odiaba a las demás pero conmigo era buena persona. Yo decía que siempre había tenido suerte con los profesores de educación física gracias al asma.