Me inventaba una excusa para volver a Suiza. Tenía algo muy importante que hacer, una especie de papeleo. Corría por la calle y miraba los letreros alrededor para saber a qué parte del país había llegado. Todo en francés. Todo en Helvetica. Ginebra. Ahora tendría una oportunidad para volver a ver a Cavorite. Hacía cálculos de cuántos días podría faltar a clase antes de tener que regresar. Si me quedo hasta el fin de semana, pensaba, podría proponerle que vayamos a Zermatt.
Pero entonces, de repente, caía en cuenta de que había llegado sin visa. No me habían revisado en el aeropuerto a mi arribo, pero temía mucho que fueran a hacerlo en la partida. Sabía que tendría que calmarme porque ya no había nada que hacer. De todas maneras tenía planes de volver a Suiza así de rápido todavía una vez más, muy pronto.