Iba a un lugar desde el que se veían unas cataratas hermosas, supuestamente en Ibaraki. Alguien mencionaba Nikko (pero Nikko es en Tochigi). Una señora me hablaba en japonés. Ahora que lo pienso, el paisaje montañoso tras las cataratas era un poco reminiscente de la bahía de Ha Long. Bajaba una cuesta por unas escaleritas (como en las cavernas de Ha Long) y encontraba muñecos de nieve sin ojos pero con huecos donde los ojos deberían ir; alguien me hablaba de niños ciegos que trabajaban. Escuchaba una melodía en mi cabeza: no era tan chévere como las de sueños anteriores.
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