Me daban a probar speed en una tableta de chocolatina. La persona que me la estaba regalando partía dos tabletas gruesas como las de Côte d’Or. Caían miguitas. Guardaba una en el bolsillo y la otra me la llevaba a la boca, esperando el efecto. Pensaba, mientras el corazón se me aceleraba y veía todo correr a gran velocidad, que era apenas de esperarse que me estuvieran dando esto gratis para inducir adicción y luego sí cobrarme.
Creo que alcancé a despertar brevemente. Volví a caer. Hablaba con un grupo de amigas que al parecer tenían relaciones lésbicas entre sí pero se iban a casar con hombres para integrarse normalmente a la sociedad. A una de ellas le gustaba elaborar orejas de conejo con ganchos de ropa.