Estaba en Bogotá, montando mi bici por un separador sobre la calle 68 a la altura de Metrópolis. Sin embargo, Metrópolis estaba en construcción y era mucho más extenso de lo que es en realidad. Avanzaba por una ciclorruta hasta que esta desaparecía y yo solo montaba sobre el pasto, entre unos matorrales. Resultaba en un parque lleno de arena. Iba a parquear la bici en un rincón tras unas graderías, pero encontraba un montón de cadenas rotas en el suelo. Pensaba que en Japón no andan rompiendo cadenas para robarse las bicicletas y buscaba un lugar diferente para parquear la mía, uno donde yo pudiera estar pendiente de ella.
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