Estaba en un viaje, creo que a Hawaii. Había un argentino que quería tener algo conmigo, pero mientras discutíamos se me caía el iPhone desde un segundo piso sobre una avenida de varios carriles y los carros lo aplastaban. El argentino se burlaba pero yo estaba muy afligida porque tendría que destinar a la compra de un nuevo aparato parte de la plata que estaba ahorrando para mi viaje a Suiza. Le decía entonces que gracias a este accidente él y yo no podríamos tener una relación a distancia pues no habría cómo contactarme en Japón. Yo sabía que estaba mintiendo y pensaba en lo interesante que era saber que esto se acabaría al momento de poner un pie en el avión y yo no volvería a verlo nunca más en mi vida. Al fin me resignaba a la pérdida —del aparato—, pero resultaba en un bote desde el cual se me caía todo el contenido de mis bolsillos. Yo me lanzaba al agua a recoger lo que más pudiera, preguntándome cómo sería no darse cuenta de la pérdida sino cuando fuera demasiado tarde.
Tags: cosas horribles, Estados Unidos, Europa, Oceanía, romance, viajes