Charlas con la naranja

Aunque ésta no es de las cosas que habitualmente entran en el confuso dominio de mi sentido del humor, es mi deber guardar la siguiente visión alucinante en estas arcas:

¡Tal Cual sostuvo una conversación con una naranja! Le preguntó cómo elegirla, cómo consumirla, qué beneficios traía. Al final, el gran personaje remató tan singular entrevista con su estilo ronco y conciso:

—¡Gracias, Naranja!



[ Mirai Koro — La’cryma Christi ]

Galinha acorrentada

[ Jealous Guy — John Lennon ]

Helios

A veces, mientras voy de paseo (generalmente en centros comerciales) creo reconocer frente a mí a Helios Fernández. Inmediatamente me alegro ante semejante encuentro, ya que pese a que no planeo hablarle ni pedirle un autógrafo pienso que podré conservar el inútil recuerdo de haber visto de cerca a uno de los actores más importantes de la televisión y el teatro colombianos.

Dos segundos después, recuerdo que Helios Fernández está muerto.

Entonces, ligeramente entristecida, no tengo más remedio que ignorar al incógnito anciano y seguir caminando.

[ Living in the Sunlight, Loving in the Moonlight — Tiny Tim (Spongebob Squarepants) ]

Sans arme, sans haine, sans violence

Les chambres fortes étaient ouvertes exclusivement pour toi, le vin était un velours doux et les bijoux qui scintillaient étaient comme l’eau la plus fraîche sur tes doigts.

Regarde la fenêtre— la moto t’attend.

Penses-tu que ce trésor t’appartient?—

Ne réponds pas. Saute!

[ Cold Air — Natalie Imbruglia ]

What You Guys Didn’t Know Was that Scatman John Is Dead

Leo un blog, otro blog, otro blog, otro blog. Posts, posts, posts, posts. Son casi las once de la mañana y acabo de desayunar mientras leo blogs.

De repente—

¿Pero qué hago aquí?

Día tras día tras día tras día frente a este computador, clic clic clic, escrutando las vidas de tantos seres humanos con quienes apenas he intercambiado comentarios sin rostro, miradas en el camino, tal vez un café,… ¿Qué me trae aquí tan seguido? ¿Qué he venido a buscar, si después de un par de años aún no encuentro nada y nada habré de encontrar por más que aguce la vista?

La pasión de la escritura constituye un enorme placer, no puedo abandonar la facilidad con que este blog me permite comunicar absurdos monosílabos al vacío. Sin embargo,… ¿hay tanto por leer? ¿En qué desemboca la casi imperceptible conexión entre los lectores de estos medios? ¿Por qué no disminuir el tiempo dedicado a este culto, si las palabras permanecen estáticas mientras las personas que las crean continúan su habitual deambular y el abismo entre unas y otras será por siempre infranqueable?

Hay un arrume de libros en mi mesa de noche, y creo que me esperan.

[ The World Is Not Enough — Garbage ]

Matane



Anata nashi de, nani wo shimasuka?

Anata nashi de, dare to asobimasuka?

[ Wait — Seven Mary Three ]

El Parque Jaime Duque (o De por qué los adultos aún se suben a la moto de los Motorratones)



¿Qué hace que uno se divierta en la máquina menos atractiva y emocionante del mundo?

El psicodélico mundo infantil de réplicas deliberadas y atracciones anacrónicas no agoniza. Entre sus paredes se aloja un embrujo que obliga a quien lo visita a experimentar una extraña sensación de placidez, un “no era tan patético como yo pensaba” pese a ser consciente de que lo que se está viviendo es una experiencia estéticamente chocante, como de un grave y retorcido onirismo. Se recorren caminos infinitamente largos y aislados de toda vía de escape por turbios riachuelos y lagos, y cuando la angustia al fin le lleva la delantera al cansancio, aparece de la nada un chirriante juego metálico de colores curiosamente lleno de niños y adultos. Uno no entiende qué puede haber de emocionante en un aparato que felizmente ostenta su falta de cualquier ingrediente que pueda asegurar un ápice de emoción. Aún así, uno hace fila distraídamente y, como todos, termina deshecho en grotescas risotadas que continúan aún cuando se han dado cinco vueltas y los ruidosos jalones ya han sido completamente asimilados por el cuerpo. Las caras de aburrimiento que acompañan a los viajeros en la mañana se convierten en inexplicables sonrisas. ¿Qué tenía de divertido todo esto?, se pregunta uno a la salida mientras contempla la humilde majestuosidad del viejo lugar y se aleja sin pensar en un pronto o siquiera posible regreso. Este parque, como los sueños, se apodera por completo de la mente de quien en él se halla y la maneja a su ridículamente benévolo antojo. Como los sueños, es un escenario borroso que se revive un par de veces en la vida, siempre cuando uno menos lo espera, repetido con levísimas variaciones.

[ Tengo — Sandro de América ]

La joie de pleuvoir

La carrera 15 se había convertido en un río cuyo oleaje alcanzaba nuestros ya mojados pies y provocaba una huida similar a otra ya vista en otras latitudes, con olas de otro sabor. Habíamos trepado rejas y atravesado jardines lodosos con tal de esquivar el agua incisiva, habíamos perdido todo el recato con el que habíamos visto pasar a un ex presidente a escasos centímetros rumbo al helado que le esperaba y que ya nos había seducido. La prematura oscuridad confería un aire siniestro al de por sí retorcido paisaje mientras se prolongaba indefinidamente la espera de un bote que surcase los ríos de asfalto para atracar en las familiares tierras occidentales; mi hermana, él y yo mirábamos a nuestro alrededor y por momentos parecíamos los únicos en aquel paraje. El frío nos hacía sentir más vivos, pero pronto empezamos a aburrirnos de la incómoda situación y a rogar que el siguiente bus fuera el nuestro. Una vez dentro del húmedo vehículo de salvación, el sueño nos venció por turnos.

Es difícil no pensar mientras se yace en ese estado de cotidiana y móvil quietud, es difícil no ver más allá de estos días en los que todo vale para hacer de un día cualquiera uno extraordinario. Cuando este sueño haya transcurrido, cuando un tirón brusco me obligue a despertar a la realidad conocida, ¿qué será de este paisaje? ¿Cómo se empezará a cerrar, a caer bajo capas cada vez más espesas de niebla hasta confinarme en esta casa?

¿Cómo es posible que todo desaparezca cuando él no está?

[ 3×5 — John Mayer ]

Byouki

Enfermarse es fácil: sólo se necesita un cuerpo.

El resto —las pesadillas en las que el equipo de CSI registra mi cama y me acusa de asesinato, la sensación de haber dormido bajo una estampida de antílopes, el ilusorio y repugnante aumento de tamaño y valor alimenticio de dos mandarinas— es accesorio.

SUENA: Honky Tonk Women — The Rolling Stones

We Know Because We’ve Seen You Dancing

Y bien, llegaron las vacaciones. Parece como si caminara sin parar y de repente me diera cuenta de que algo se me ha caído. Se me cayó el semestre, y yo sigo como si nada. Me tomará un tiempo darme cuenta. Tal vez cuando alguien me grite desde el otro lado de la calle— Entonces me rehusaré a recogerlo; el próximo año tendré uno nuevecito.

Tengo mucho que leer, ordenar, remendar, bordar. Tengo muchas horas por pasar antes del evento más grande del año, del esperado sorbo de aquella vida que tuve y ahora apenas sueño… de esos ojos.

Cuento los días.

Se me cayó el semestre mientras caminaba, esperando. Pronto recibiré otro y se reanudará la ineludible y mecánica marcha, las semanas sucediéndose de nuevo como eterno preludio a una melodía que creo conocer y anhelo… Pero por ahora no pensaré demasiado en ello, concentrada simplemente en esta victoriosa aunque temporal recta final.

SUENA: Old and Wise — The Alan Parsons Project