¿Y ahora qué digo? ó Le soleil d’un après-midi quelconque

Como parte de un favor sin importancia, alguien me acompañó a la piñata de cumpleaños de una primita hace un tiempo. Contrario a lo que yo esperaba (aburrimiento y desesperación de su parte al hallarse irremediablemente en una fiesta infantil con recreacionistas y títeres), mi escolta se hizo el payaso, ayudó a repartir ponqué en platicos de Bob Esponja, cantó una variedad inconcebible de aires musicales colombianos y canciones de plancha con mis tías y me dejó pensando.

No sé, por un lado, por qué le dije que pasara a una reunión familiar (de todos los planes posibles, ¡una reunión familiar!) en vez de devolverlo muy amablemente por el mismo camino por el que habíamos llegado al casi oculto destino, y por el otro… Jamás imaginé qué clase de conexiones harían mis neuronas al oír a una persona de mi generación cantar muy a gusto las canciones que yo también cantaría de muy buena gana.

Ayer recordamos una canción del buen Sandro mientras buscábamos un helado bajo el sol de agujas del mediodía. Por primera vez en muchísimo tiempo sentí que el mundo giraba como debía, que el cambio era bueno. Sin embargo, ello no parece ser del todo aceptable para mi triste alma acostumbrada a lo lenta, silenciosa y deliciosamente fatal.

Todavía recibo su imperturbable mirada con incredulidad. Todavía no me es del todo comprensible cómo esa mano gigantesca decidió buscar la mía pequeñísima una tarde cualquiera. Todavía miro a mi alrededor y busco demasiado exhaustivamente el origen de la sutil sonrisa que automáticamente aparece si de repente (¿por qué? ¿¡por qué!?) pienso en él.

[ Reflecting Light — Sam Phillips ]

Be Quiet!

Me tapo la boca con la mano para no decir lo que quisiera. Las mejillas se me inflan y tengo que poner la otra mano encima para contener las palabras. Generalmente tengo algo atorado en la garganta que me hace supremamente silenciosa o víctima de la verborragia (a ver si se afloja solito). Esta vez todo fluye, pero no lo puedo dejar escapar.

Ya vendrá el momento.

[ The Reflex — Duran Duran (en la mente una y otra vez) ]

Do You Remember Mark Darcy, Darling?

Hasta donde recuerdo, Bridget Jones no soportaba el saco de reno de Mark Darcy. Le parecía ridículo, al igual que la corbata de muñequitos de nieve. Creo que sufro un problema similar. Por alguna estúpida razón me fijo en las medias de las personas que me interesan. Sí, de todo el atuendo justamente me concentro en las medias. Si llego a notar que éstas tienen letreros ridículos/obscenos o dibujos que no me gustan (por ejemplo, barcos— no me pregunten qué tienen los barquitos veleros en un par de accesorios de lana o hilo), me empiezo a sentir inexplicablemente incómoda. El señor puede tener zapatos sucios y rotos, no importa; pero si vislumbro algo desagradable en el diseño de las medias… me retiro.

Creo que tengo problemas graves.

[ She — Elvis Costello ]

Machi

La ciudad existe.

A este lado hay hortensias y niños en uniforme, mausoleos en ruinas y poetas valientes que declaman versos malos para irse a Buenos Aires durante cuatro días.

A ese lado hay un cinema, una exposición de grabado chino, bolitas de tamarindo y un río verde que hace ruido como de olas cuando se cuela entre la tubería que lo guía.

El cielo es de ese azul que siempre parece filtrado, como si la atmósfera llevara gafas oscuras permanentemente.

La ciudad existe… y yo hasta ahora me vengo a dar cuenta.

Gracias por abrirme los ojos.

[ City Girl — Kevin Shields ]

Xochimilco, Tapaulipa, Aguascalientes

Me rendí. Lo mío no son los corridos, ni Juan Charrasqueado, ni “ya murió la Perra pero quedan los perritos”. Las preguntas del parcial estaban escritas en klingon y decidí no arriesgar mi bonito promedio (que pese a sonar esforzado es absolutamente mediocre para un estudiante de Literatura) por algo tan elemental como tener que esperar al golpazo de la nota cuando ya no hay nada que hacer al respecto. No, no, no. Adiós, Juan Rulfo. Otro día te veré, cuando no las notas no se interpongan en nuestro amor. Sí, claro, con el amor que te tengo…. Con gusto es que retiro la clase.

***
No me logro acostumbrar a esta nueva vida. Se supone que, cuando uno enviuda, lo hace para siempre.

[ House of the Rising Sun — The Animals ]

Si miro hacia adelante, el viento me da en la cara y el pelo se me mete en los ojos.

Hoy, en vez de hacer el trabajo de Rulfo (porque en serio no planeo hacer un trabajo cuyo enunciado está escrito en klingon), me puse a mirar posts viejos de este amable blog. Me he reído mucho. Definitivamente la vida es un continuo doblepensar (y dele con el temita) y todo aquello en lo que creo resulta, tarde o temprano, siendo falso. Estoy convencida de que puedo manejar el futuro a mi antojo cuando no hay nada más apartado de la maleabilidad…

El futuro no debería angustiarme del modo en que lo ha hecho durante gran parte de mi vida. Es decir, es bueno pensar en él pero no depender de él de un modo tan desesperado. Al fin y al cabo, nada es seguro. Las sonrisas se marchitan con rapidez y sin causa aparente, así que más vale disfrutarlas mientras duran. Por primera vez en mucho tiempo enfoco la vista más acá del inalcanzable horizonte, y el paisaje resultó ser agradable. Al menos, si estiro las manos, no me encuentro pellizcando el aire.

El problema emergente es que el aire de lontananza traía espejismos, y ahora toca arreglar cuentas con ellos. No será nada fácil: la arena ubicada debajo de ellos (o que así se hace ver) irrita las conjuntivas y termino llorando como una Magdalena. Harán falta más lágrimas para entender mejor la incidencia de estos nuevos rayos chispeando en mis cristalinos. Hará falta tiempo para entender el tiempo. Hará falta toda una vida para mirar al fin hacia atrás, ya desde el borde del inevitable abismo, y exclamar con satisfacción “ah, conque así era todo. Wakarimashita.”

[ These Are the Days — Jamie Cullum (pero dentro de mi cabeza porque no hay de otra) ]

Instrucciones para responder un parcial sobre El llano en llamas

  1. Olvidar que hay ochenta mil canciones por bajar cuyo título curiosamente no se recuerda y hay que buscar.
  2. Ignorar el sueño. En caso de no lograrse esto, dormir antes.
  3. Llevar una buena provisión de Ginger Ale /chicles /gomitas al computador.
  4. Bloquear a Himura en msn.
  5. No interesarse de repente por el presente estado del país y/o de todos los blogs de TOL.
  6. Ignorar la música y todas las asociaciones libres que de ella derivan.
    1. Preferiblemente evitar Playground Love (Air), Someone Saved My Life Tonight (Elton John) o The Air that I Breathe (The Hollies). Afortunadamente los grandes éxitos de Billy Joel están en un CD en mi cuarto.
  7. Olvidar la existencia de mis blogs.
  8. Ignorar el torrente de palabras inútiles que de la nada piden significado.
  9. Concentrar mente y cuerpo en la única acción de sacar adelante el demoniaco parcial.
  10. Dejar de maldecir al pobre Rulfo.

***

Después de lo que pasó el miércoles pasado con El Payé y el resultado de mi trabajo final de Teoría 2 el semestre pasado, me doy cuenta de que la Literatura no es sino un continuo ejercicio de doblepensar. Que alguien me abofetee.

[ Spanish Harlem — The Mamas and the Papas ]

Si miro hacia adelante, el viento me da en la cara y el pelo se me mete en los ojos.

Hoy, en vez de hacer el trabajo de Rulfo (porque en serio no planeo hacer un trabajo cuyo enunciado está escrito en klingon), me puse a mirar posts viejos de este amable blog. Me he reído mucho. Definitivamente la vida es un continuo doblepensar (y dele con el temita) y todo aquello en lo que creo resulta, tarde o temprano, siendo falso. Estoy convencida de que puedo manejar el futuro a mi antojo cuando no hay nada más apartado de la maleabilidad…

El futuro no debería angustiarme del modo en que lo ha hecho durante gran parte de mi vida. Es decir, es bueno pensar en él pero no depender de él de un modo tan desesperado. Al fin y al cabo, nada es seguro. Las sonrisas se marchitan con rapidez y sin causa aparente, así que más vale disfrutarlas mientras duran. Por primera vez en mucho tiempo enfoco la vista más acá del inalcanzable horizonte, y el paisaje resultó ser agradable. Al menos, si estiro las manos, no me encuentro pellizcando el aire.

El problema emergente es que el aire de lontananza traía espejismos, y ahora toca arreglar cuentas con ellos. No será nada fácil: la arena ubicada debajo de ellos (o que así se hace ver) irrita las conjuntivas y termino llorando como una Magdalena. Harán falta más lágrimas para entender mejor la incidencia de estos nuevos rayos chispeando en mis cristalinos. Hará falta tiempo para entender el tiempo. Hará falta toda una vida para mirar al fin hacia atrás, ya desde el borde del inevitable abismo, y exclamar con satisfacción “ah, conque así era todo. Wakarimashita.”

[ These Are the Days — Jamie Cullum (pero dentro de mi cabeza porque no hay de otra) ]

Memorias de un pseudoTOLM

Es menester informaros que este post no sirve para aclarar, explicar ni ilustrar (cuán redundante) nada de lo que sucedió en la pequeña reunión del jueves en Juan Valdez. Este post es lo que dice su título, memorias y nada más.

  • Acudí al llamado del supuesto espionaje organizacional ante la innecesaria promesa de no hablar con los “extranjeros” (si alguien me ayudara a encontrar el permalink al último y muy interesante post de Alejo, le agradecería mucho). Acerté al suponer que la reunión se llevaba a cabo en la mesa donde había un personaje con gorrito de Wally. No supe más al respecto.
  • Por alguna extraña razón me imaginaba que la reunión de Blogscolombia iba a ser como esos campings familiares que salen en las películas, donde de la nada emerge una estampida de gente con manteles de cuadritos y hay besos en las mejillas y manos en alto agitadas aquí y allá. Curiosamente, cuando el maestro Himura y yo llegamos, el café no distaba mucho de lo que siempre ha sido: un punto de encuentro de grupos pequeños. Muchas corbatas y portafolios en el aire.
  • Mi mente desvariante y agripada se aferró a la silla del momentáneamente ausente Himura como a un apéndice de mimbre y metal alimentado por alguna arteria importante. Nada contra la Máquina del Odio, en serio. Él merece y tiene todo mi respeto.
  • La cohesión de los clanes puede alcanzar niveles insospechados.
  • Maffesita rocks. SicFaciuntOmnes rocks too, pero eso él ya lo sabe.
  • Al parecer, la reunión blogcolombiana fue mucho más seria y significativa que todos los TOLMs juntos. Como dije en el primer punto, más allá de la existencia de Wally y un portátil en la mesa, no supe más de lo que sucedía allá. Sea lo que sea, con o sin primeros colectivos, comunidades, clanes, tienda de souvenirs, misión/visión o cubrimiento en vivo de los medios oficiales, TOL simplemente cambió mi vida (no sé si para bien o para mal).

[ Life on Mars — David Bowie ]

Takeuchi / Keitai / Tanjyoubi

Ayer fuimos a un almuerzo en la sede campestre del club de profesores y egresados de la Universidad Nacional. Mientras recorríamos a pie la carretera de entrada, pasó una camioneta por cuya ventana se asomaba un niño pequeño de facciones sutilmente peculiares. Una idea pasó fugazmente por mi cabeza, pero no hizo mayor mella. Sin embargo, regresó al momento cuando el vigilante anunció por radioteléfono algo con la palabra “Takeuchi”. Tal como me lo había imaginado, el niño era descendiente de japoneses. ¡¡De Takeuchi!! ¡¡¡El archifamoso profesor Takeuchi iba a almorzar allí también!!! ¡¡¡Yo tenía que verlo!!!

Terminamos de subir la cuesta hasta llegar al restaurante mencionando datos varios sobre el objetivo a estudiar— que mi tío tomó clase con él, que el nombre coincide con el de mi cuñado, que justo el día anterior se lo había mencionado en una conversación. Mientras mi papá confirmaba nuestra llegada con el señor que organiza todo, yo miraba a la familia que se apeaba de la camioneta mientras trataba de no parecer demasiado curiosa, recordando las sabias palabras de Minori: “Yo no soy un animal de zoológico como para que todos me estén mirando”. Era inevitable: todos me habían hablado de él —mi mamá, mi papá, el Sensei, Himura Kun, posts varios en TOL… ¿Cómo no quedarme observando? ¿Cómo no quedarme callada en la fila de la barra de ensaladas para oír cómo hablaba mientras llenaba mi plato de repollo con piña y uvas pasas? (Sólo pude oír a la esposa, y hablaba español.) Ya sé, esto está cogiendo tintes enfermizos… pero ahí paró. Terminamos de almorzar, le dirigí un último vistazo al eminente profesor, al bebé de ojos peculiares quien buscaba a su papá (colombiano) y nos fuimos a tomar aromática antes de volver a casa.

Por otro lado…

Un inesperado giro del destino me ha convertido en un usuario más del adminículo generador de ruido que acaba con la soledad del individuo y lo conecta con quien más urgentemente lo necesita. You know my name, look up the number!

Y por último…

Otanjyoubi omedetou gozaimasu, Minori San (maldito hiragana que no sale, qué estafa).

[ The Dark of the Matinée — Franz Ferdinand ]