Las 5 del viernes

1) ¿Hablas algún idioma extranjero? ¿Hay algún idioma que te gustaría aprender?

Hablo inglés, lucho con el francés, balbuceo japonés, vislumbro el portugués. Me encantaría cantar chino.

2) ¿Alguna vez has vivido en el extranjero?

Sí que sí. Pasé un increíble año en Dubuque, Iowa (USA), el cual sonará como a nada, pero cambió mi vida. A veces, o más bien a menudo, extraño la vista del río Mississippi y los barquitos de vapor parqueados a la orilla. Extraño las mañanas soleadas en la biblioteca de la universidad y los campos brillantes de tantos dientes de león florecidos en primavera.

3) ¿Te gustaria ir a vivir a otro país?

No me opondría en absoluto. Habiéndolo hecho ya una vez, creo que estoy más dispuesta a enfrentarme a una nueva cultura. Además, mi apego hacia Colombia es más bien escaso.

4) ¿Qué cosas piensas que extrañarías de tu país?

Por encima de todo, mi familia. También la Novena de Aguinaldos, los jugos de frutas, los huevos de buen sabor, el bocachico, las empanadas. Claro que si pudiera llevarme a mi familia al nuevo destino, no extrañaría prácticamente nada.

5) ¿Hay algún país en el que crees que no podrías acostumbrarte a

vivir?

Decir que no me acostumbraría a algo es cerrarme desde el principio, lo cual no es recomendable.

SUENA: Shangrilá — Rita Lee

Piet Is Dead

Hace tiempo Bluelephant (entonces MaestroZen) cerró su blog. Escribí un par de líneas al respecto, apesadumbrada. Al cabo de un tiempo, el cuentista más prolífico de TOL reapareció, más literario y popular que nunca. A veces lamento la sublimación que sufrió el Elefante, a tal punto de convertirse en una especie de inalcanzable material de culto —pero, como dijo Michael Ende, eso es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.

Otro día Durandal (entonces BlueHelmet) cerró el suyo. Escribí mis condolencias. ¿Qué sucedió? Volvió. Menos leído y refutado, pero volvió.

No he querido decir con estos ejemplos que tengo la facultad de revivir a los muertos, en absoluto. Sólo estimo que Piet volverá. ¿Bajo qué título? No lo sé. ¿Qué dirá esta vez? Ni idea. Sólo sé que no se quedará mirando al techo al haber sido un motor social de esta comunidad geek que solemos llamar The Open List.

Y ahora que se fue (aunque no del todo, insisto) podré decir con calma… que cada vez que recuerdo que el nombre Piet se pronuncia en realidad como “Pete”, no puedo evitar la proyección de esta imagen en mi mente:

Y hoy me pregunto por qué no se me había ocurrido justificar mis textos en el blog…
SUENA: Landslide — Dixie Chicks

Olavia Kite encuentra el Q



©2004 Drayru.

London, KY

Todo parece tan irreal que apenas acierto a escuchar atentamente la música, como si ésta no saliera de los parlantes para dispersarse por la sala sino que fluyera entremezclada con mis glóbulos rojos, como el oxígeno que mis pulmones habrán de recoger distraídamente para abandonar en alguna célula olvidada de mi riñón izquierdo.

SUENA: Are You Happy Now? — Michelle Branch

¿Y cómo se vive bien el hoy si la mirada no hace sino aplastar y atravesar las cabezas circundantes, siempre a la espera de ese mañana borroso que ni siquiera el horizonte puede vislumbrar?

SUENA: Flowers — Emilie Simon

Karaoke

He querido, desde hace mucho tiempo, hacer una tarde de karaoke. Lástima que a nadie le guste cantar.

SUENAtecleo y conversaciones indistintas

¡Viva El Juli!

Cuando era chiquita, tenía un par de amigos en el conjunto. Bueno, amigos de verdad no eran, pero a veces jugábamos juntos. Nunca fui muy amiga de salir a la calle, por lo cual no entablé relaciones duraderas con los vecinos. Prefería jugar Lego y Playmobil con mi hermana, o usar su My First Sony para inventarnos propagandas y radionovelas y grabarlas. Las sesiones con todos mis primos (en ese entonces éramos cuatro nietos y el menor tenía los ricitos del Divino Niño) eran memorables.

Crecí, pues, sin memoria alguna de amistades de barrio. Todo el mundo se la había pasado jugando botella y timbrando en casas aledañas preguntando por sus compañeros de aventuras vespertinas… y yo no. No me quejo, de todos modos; mi hermanita siempre ha sido una buena compañía. Sin embargo, nunca es tarde para tener la tan anhelada amistad de barrio. Y por más tonto que suene, fue interesante enterarme de que, a mis diecinueve años de edad, había encontrado a un interlocutor aledaño a mí. Y no era un interlocutor cualquiera… éste sería uno de los seres más peculiares que yo llegaría a conocer en las dos décadas que llevo caminando sobre esta tierra: El Juli.

El cómo de este encuentro es sencillo: un post de otro blogger dio origen a una discusión en msn que desembocó en el descubrimiento de nuestra cercana ubicación geográfica. Inmediatamente comprobamos este hecho, y aunque fue un poco difícil llegar a repetir el encuentro (cosas del Juli), ahora vamos de vez en cuando por un helado. Gracias a este ocasional manjar he logrado hacerme una idea de lo que verdaderamente es este huraño blogger que parece salido de su propio programa de televisión.

El Juli es como un narrador de dibujitos animados. Tiene un modo de hablar que sugiere que al cruzar la calle podríamos estar cruzando a un siguiente cuadrito de la historia, llena de chispas con “POW!” y “KABOOM!” Convierte una vida perfectamente normal en una franja de dibujitos animados seguidos de reality shows aún por hacer, propagandas de series que nunca llegarán al aire. Su aire rudo y repelente sugiere una rebeldía superficial, un “keep out!” aparentemente imposible de traspasar. Sin embargo, dando los pasos correctos, se descubre otro lado del Juli, el que sale de la historieta, el que uno podría adorar con el alma de no ser por la constante recurrencia del “keep out!”. Siempre le he dicho que debería escribir, escribir en serio, pero él no me hace caso.

Es difícil descifrar la personalidad de este personaje en primera instancia. Es como conocer a un wolverine que te espera con las garras afiladas, pero que puede retraerlas en cuanto surge un poco de confianza. Se descubre entonces que, pese al gran despliegue de su odio hacia la cursilería, hay remanentes de un corazón blando. Que aún en su impenetrabilidad hay cosas que lo hacen sonreír involuntariamente. Estoy segura de que, al término de la lectura de este post, El Juli se pondrá su máscara de ser malvado y me torturará al considerarme cursi. No obstante, aún si me dejara de hablar por decir lo que he dicho, yo seguiría considerando que todas las tardes de helado y caminata han valido la pena, y en algún futuro le contaría a algún interlocutor que yo también tuve alguien con quién pasar un rato amable sin estar lejos de casa.

SUENA: un zumbido, voces indistintas, el tecleo de muchas manos

Widow

Soy como una viuda cuyo muerto le habla todos los días y manda fotos desde el Cielo.

SUENA: Year of the Cat — Al Stewart

TOLM – Andes 0.1

Podría jurar que Drayru está en mi clase de japonés. Vi a un tipo igualito a él en el salón; tenía los mismos rizos característicos y al leer hacía la misma mueca de las fotos. Debo estar loca.

Estas palabras constituirían el post de hoy a la espera de una carcajada general, de un “¡Por supuesto que alucinas! ¡¿Drayru en japonés 2?! ¡¡¡No me hagan reír!!!” Por otro lado, supuse que el prospecto del ilustre fotógrafo quedaría un poco traumatizado si se daba cuenta de que una niña de la fila de adelante no hacía sino tornar la mirada hacia él con el mayor disimulo posible. Lo miré, lo volví a mirar, observé los rizos que caían sobre su cara mientras leía lo que el gemelo no-malvado* de Prince Malagant le ordenó.

Once you’ve seen one, you’ve seen them both.

El objetivo de mi interés esta mañana, además, resultó hacer una mueca bastante particular al llegar a un punto difícil. “Estoy segura de que lo conozco”, le dije a mi amiga del lado. Le di vueltas al asunto a tal punto de preguntarme qué haría al final de clase para despejar mis sospechas.

¿Me levantaré y le diré… “Drayru”?

No, qué ridículo. Ni siquiera estaría llamando a alguien por su nombre… ¡Quedaría como una mujer perdida en una convención de fanáticos de The Matrix! ¿Neo? Hola, soy Trinity. Puh-leeease

¿Le dirigiré la palabra en lo más mínimo?

No. Mi entorno operativo no trae la herramienta de socialización con gente de mi edad.

¿Me iré corriendo sin chistar y luego lo publicaré todo en el blog?

Sí, mejor.

No obstante, contra todos los pronósticos de mi mente calculadora, mi curiosidad pudo más. Me paré, me puse la maleta, y me quedé mirando al sujeto en cuestión. Entonces… dijo “hola”. ¡¡¡Era Drayru!!! ¿¡¿En clase de japonés?!? ¿Entre todas las clases que un casi profesional en Ingeniería de Sistemas y una pequeña estudiante de Literatura pueden tomar, coinciden en ésta? ¿En la que es todos los días y a veces los fines de semana?

¡Caray!

Tomamos un tinto (gentil invitación del caballero, muy amable, muchas gracias) y hablamos de temitas varios**. Debo anotar que mi organismo se ha desacostumbrado bastante a la cafeína, por lo cual pasé las dos siguientes clases (Teoría 2 y Francés 4***; el gemelo no-malvado de Malagant fue devorado por una avalancha en su camino al Q y no llegó a Pintura Japonesa) en un ataque de hiperactividad nerviosa que no me dejó concentrar un solo instante. Lo curioso es que, apenas toqué la silla del Transmilenio, me quedé dormida.

Así que, sin proponérnoslo, hubo una especie de TOLM – Andes. La vida tiene mucho estilo cuando de traer sorpresas se trata.

*Esta expresión es cortesía de mi querido vecino, El Juli.

**Entre ellos: “Minori: ¿mito o realidad?”, “The Open List’s Unabridged History”, “El lado siniestro del Loro Carolo”, “Olavia Kite, ¿colomboandrófoba?”, “Jumanji”, “Aspectos de la fotogenia de Drayru” y “Respuestas impulsivas inexplicables”.

***Tendré que trabajar bastante duro en esta clase, pero ya me di cuenta de que no será tan increíblemente terrible como supuse durante todas las vacaciones. Al menos, cuando el profesor habla, entiendo. Este logro se lo debo a Pierre Capretz, creador y presentador de French in Action (programa que no he dejado de ver y grabar desde que tomé el examen de clasificación).



Moi, je suis le professeur.

SUENA: French in Action

Q = K2

Salones

Vivero

Mantenimiento.

“¿No te sientes algo… excluida, Olavia?” —Alfabravo

Alguna vez me hablaron del Q.

Como la leyenda cuya veracidad nadie —salvo unos pocos valientes —puede corroborar, el nombre de aquel edificio en la universidad constituía un inmenso enigma para mí. Me dominaba el terror al pensar que algún día tendría que emprender por mis propios medios la búsqueda de un bloque de aulas tan incierto como un campamento cubierto de nieve en el monte K2.

Afortunadamente, el enigma no duró en mi mente más que un semestre.

Según el nuevo mapa de la Universidad, el Q es el edificio que tantos dolores de cabeza nos causó a los estudiantes que tomamos clase en el O. Es el Q el gran culpable de las disfonías que cada profesor presentó al menos una vez durante el pasado semestre. Ya no se trata de una zona marginal en la que los salones comparten espacio con el vivero y el mantenimiento. Es ahora una imponente edificación que le quita la supremacía al tan frecuentado O. Las dos letras redonditas como luchadores de sumo se disputan el primer lugar en cuanto a alumnos albergados. Creo que la letra de la daga gana holgadamente. Mientras tanto, los alumnos nos equipamos de tanques de oxígeno para el peligroso ascenso que nos espera.

P.D.: Ahora que el misterio del Q está resuelto, repaso la lista de clases distraídamente tan sólo para encontrar… ¿el Tm? ¿Es acaso éste un edificio de verdad o una quimera diseñada para enloquecer estudiantes en su eterna búsqueda?

P.P.D.: Sin duda, Alfabravo es el personaje más citado de todo Doblepensar.

SUENA: El limonar — Garzón y Collazos