Terror a la hoja en blanco

Terror a la hoja en blanco

Hace muchos años dibujaba todo, todo el tiempo. Hace muchos años pasaba fines de semana enteros escribiendo sin parar. Hace muchos años había música en mis dedos explotando cada tarde sobre una guitarra.

Ahora el terror me ata a esta vieja silla de escritorio, mis manos extendidas sobre la mesa, pesadas e inamovibles. La hoja en blanco se muestra omnipotente frente a mi lápiz tembloroso, mi espada de grafito que ha de quebrarse al contacto con el vacío de lo que no se ha dicho, de mi boca entreabierta, de los ojos expectantes que solo encontrarán el final de un suspiro entrecortado.

[ Berimbau — Sergio Mendes & Brasil ’66 ]

Esta es Yurika

Una de mis ex alumnas de la clase de español es una chica de pelo cortísimo y vestimenta muy diferente de la de las demás japonesas: anda con una chaqueta acolchada, como las que usan los ancianos chinos, y pantalones bombachos que seguramente compró fuera del país o en una de esas tiendas étnicas que hay en Tsukuba Center o Harajuku. Se llama Yurika.

Yurika pasó seis meses de su vida haciendo un voluntariado en Mozambique. Desde entonces quedó completamente descuadrada del molde japonés, como suele suceder con todos aquellos intrépidos aventureros que osan posar pie fuera de la isla. Habla portugués bastante bien, cosa que influye en su entendimiento de la gramática. Es útil saber un poco de esta lengua —aprendí por mi cuenta cuando tenía quince años, pero ya he olvidado casi todo— al conversar con ella, puesto que trastoca los términos seguido, cosa que no solo me parece simpática sino que además me ayuda a repasar. Ahora quisiera proponerle que un día no hablemos español sino portugués.

Das orange Foulard und die blaue Luft

1.
El problema de escribir es que si no lo hago al instante, la idea se va. No he tenido sino ideas e ideas e ideas, pero cuando las pospongo (o sea, siempre) se hacen trizas como alas viejas de mariposa y resulto mirando al vacío dulcemente, cual vaca rumiando aire. Por eso nadie daría dos pesos por la publicación de mi inexistente obra. Porque es inexistente y yo no he hecho nada por materializarla.

2.
Ayer amanecí con el pelo liso. Para mi feliz sorpresa, me bañé y seguía liso. Ahora me parezco un poco más a como era yo antes de venir a Japón, sólo que después de Hiroshima he perdido el apetito inexplicablemente y he adelgazado. Esto me ha traído ciertos inconvenientes, como que la ropa se me escurre y mi busto ya no existe. Cuando vuelva la humedad al ambiente volverán las ondas que últimamente han decorado mi cabeza y han hecho que no me reconozca cuando me veo al espejo.

3.
Fui a cenar con el señor Sakaguchi a un restaurante mexicano. Me contó cómo es el museo que no quise visitar en Hiroshima. Hablamos en alemán un rato. A él le fluye, a mí no. Le enseñé un poco de español. Deseó que pudiéramos conversar fluidamente en algún idioma que no fuera inglés ni japonés para que nadie nos entendiera. Me compró un helado de yuzu. Lo abracé. Me apretó con fuerza durante el más breve de los instantes.

4.
Anoche soñé con vestidos de colores vivos, hermosos pero carísimos. Me los medía y me quedaban a la maravilla, pero no podía comprarlos todos. Recuerdo particularmente una bufanda anaranjada drapeada especialmente costosa. El instante en que abrí los ojos vi a través de la ventana el cielo más azul que mañana alguna pudiera ofrecer. Fue un contraste de colores refrescante para complementar un sueño absolutamente reparador.

Hace frío, mi pelo es liso, mi pecho plano y no puedo escribir. También le tengo miedo a la tinta china.

[ Down in Mexico — The Coasters ]

広島

Genbaku Dome

Los herbajos que nadie esperaba ver en setenta y cinco años se abren paso sin rubor por entre los escombros del edificio de la Exposición Comercial de Hiroshima. El interior del cuartel del emperador Meiji, frente al castillo reconstruido, es una cama de flores.

Los árboles de troncos chamuscados se resisten a caer y aún observan los tantos cauces desde lo alto, desafiantes y llenos de hojas.

Desde lo alto de las ruinas levanta vuelo un cuervo. Al otro lado del río, una pareja abrazada ríe en la oscuridad de la noche. Cerca de ellos, en la orilla, un joven con voz de cordero toca la guitarra rodeado de tres desconocidos con máscaras de lucha libre.

Qué estúpidos somos al creer que realmente podemos aniquilarlo todo para siempre.

[ Standing on the Shore — Empire of the Sun ]

Ceci n’est pas la grippe porcine

Me siento mal. Esta noche me voy de paseo y el cuerpo se me está cayendo a pedacitos como un espantapájaros viejo al viento. No hay un boticario acá para suministrarme un jarabe milagroso o al menos decirme que deje de insistir, que en su farmacia no venden paletas.

En la tienda de importados me compré un frasco de yujacha para probar, sin saber que se convertiría en mi único remedio para el catarro.

Que alguien llame a la estación de Hiroshima para que dispongan a un funcionario con escoba y recogedor y le entregue a Azuma una bolsa con mis pedazos parlantes. O de pronto ella y yo seremos dos bolsas de añicos apestados que dejarán en un callejón o a la vera del río. Como para que no digan que no hicimos turismo. Después nos retornarán a Tsukuba en un camión de 宅急便 y junto con Yin completaremos tres paquetes ahí tirados entre muebles viejos a la entrada de algún edificio.

Nota para mis padres: no tengo influenza porcina, estoy segura. Si me llega a dar fiebre prometo ir al médico.

[ Reach Out, I’ll Be There — Gloria Gaynor ]

Go Ask Alice

El optimismo se había apoderado de todos nosotros ese día. Azuma y yo habíamos descubierto un claro en el bosque tras encontrarnos con el repentino cambio que había sufrido el paisaje a la salida del barrio. Ahora había agua chispeante frente al radiotelescopio, en algunas partes cubierta de una espesa lama verde cuya textura nos quedamos mirando durante un buen rato.

A la hora en que nuestros rostros se tornaron oscuros y anaranjados y una mariquita se posó en una larga brizna de hierba violácea, el señor Sakaguchi aceptó nuestra invitación a comer sushi junto a Yin y dos estudiantes de intercambio norteamericanas. De repente era de noche, y seis personas apretadas cerca de la banda transportadora llenaban una mesa de torres de platos y conversaciones conectadas como piezas de rompecabezas que no encajan pero igual se mantienen pegadas. Feliz no cumpleaños para todos, ¿más té verde? Prawns, prawns, prawns.

El señor Sakaguchi llevó a Azuma en la parte de atrás de su bicicleta hacia nuestra siguiente parada: el karaoke del barrio. Nos desgañitamos hasta que el cielo se volvió un tapiz azul verdoso salpicado de planetas y nos mandaron para nuestras casas. Nadie tenía sueño, ni siquiera estábamos cansados. “Nights in White Satin” no tenía por qué ser mi última canción. Podríamos haber seguido—todo el pueblo parecía continuar, había luces prendidas por toda la calle.

Mi logro personal de la velada fue haber cantado “White Rabbit” de Jefferson Airplane sin reventar mis cuerdas vocales ni los tímpanos de la audiencia. Viene bien sentirse Grace Slick de cuando en cuando, en especial cuando los días andan tan surreales.

[ Crown of Creation — Jefferson Airplane ]

一人暮らし

Y así es como uno aprende a conformarse con una venia como si fuera un abrazo.

[ Lay Around — The Jealous Girlfriends ]

Azuma y yo

Agréguenle al bosque callejones estrechos, casas tradicionales japonesas, huertos, un templo abandonado y un radiotelescopio y voilà, nuestras tardes.

[ The Universal — Blur ]

El boletín de Tsukuba

Ya salió la primera edición del año fiscal 2009 del boletín en español de la Alcaldía de Tsukuba, a cargo de Yin y Olavia Kite. La publicación de carácter gratuito se encuentra disponible en el centro para estudiantes extranjeros de la Universidad de Tsukuba y el centro comercial Iias Tsukuba, entre otros. En ella se encuentra información de interés para la población hispanohablante de la ciudad.

La institución de nuevo personal en el equipo editorial del boletín se refleja en los cambios hechos al diseño de página, siendo el más notable la abolición de la fuente Comic Sans. Las nuevas editoras han asumido el cargo con entusiasmo e infinita paciencia para con Microsoft Word, en vista de las limitaciones tecnológicas propias de las alcaldías locales.

Olavia Kite se declara feliz, tanto con su nuevo empleo como con su compañera de equipo. La misma seriedad que las caracterizó en su travesía por Vietnam el año pasado se verá en la inclusión de nombres de organizadores de eventos en chistes internos (caso del famoso Sr. Ganbaator de Mongolia) y de autorretratos hechos en Paint en sus notas editoriales.

[ Landslide — Fleetwood Mac ]

Ileri Yol

Aquellos familiarizados con Dünyayı Kurtaran Adam (excelso filme también conocido como Turkish Star Wars) recordarán la escena de entrenamiento en la que los gallardos protagonistas no hacen sino manotear rocas hasta sacarse sangre. Siguiendo de cerca el proceso de Murat y Ali se encuentra un niñito, quien imita a sus ídolos con entusiasmados saltitos y puños al aire que el buen Murat (interpretado por el inolvidable Cüneyt Arkın) corrige en un gesto de “no desfallezcas, chico; cómete tus verduras y algún día serás como yo”.

Hace aproximadamente dos años aprendí a montar bicicleta en el parque de mi barrio en Bogotá. Mi mentor fue nada menos que Lowfill, el héroe ciclístico de las cumbres andinas. Una retahíla de accidentes después, puedo decir que ya la domino con relativa destreza. Incluso pasé una temporada esquivando carros sin frenos ni luz—hasta que el señor Sakaguchi me llevó casi que de la oreja al taller.

El sábado pasado, movida por un extraño impulso (como suele suceder con casi todo lo que hago en mi vida) tomé mi fiel vehículo al atardecer y arranqué a toda velocidad con rumbo al parque Doho, el más grande de Tsukuba. El recorrido ida y vuelta tardaría aproximadamente una hora, estimé. Suficiente para escuchar un disco completo de The Alan Parsons Project. Sin más respiro que el que me imponían los semáforos me apropié de la avenida, bordeé el parque por una calle llena de primorosos restaurantes europeos y me devolví por detrás del Tsukuba Space Center, donde entrenan a los astronautas japoneses.

Calculo que recorrí unos ocho kilómetros, que en realidad no son nada comparado con las grandes travesías pero que para mí significan un montón. Son mis saltitos de niño entusiasmado que observa a sus héroes prepararse para la verdadera acción.

Supongo que otro fin de semana podría intentar ir aún más lejos.

Por cierto, querida teleaudiencia: si andan en busca de buen cine, no se pierdan Dünyayı Kurtaran Adam. 91 minutos de acción en el desierto, zombies, pedradas a la cara, humor turco y naves espaciales al mejor estilo directamente sacadas de Star Wars. La banda sonora es de John Williams, Miklós Rósza y Queen, entre otros afectados.

[ Boble — Hanne Hukkelberg ]