2014 (Reprise)

Cartagena – San Francisco – Point Reyes – Sonoma – Pescadero – Santa Cruz – Davenport – Isla de Pascua – Medellín – Popayán – Cali – México, D.F. – Teotihuacan – San Francisco – Point Reyes Station – Marshall – Santa Cruz – Villa de Leyva – Ráquira – La Dorada.

Qué año tan plácido. Plácido o falto de emoción. Feliz. Un año de depuración. Me deshice (y me sigo deshaciendo) de un montón de cosas que no necesito en mi vida. Objetos, vínculos, hábitos. Hasta peso perdí.

Mi vida laboral sufrió un sacudón violento pero necesario. Tomé un curso de interpretación médica. Conocí a Michael Sandel, a Ken Segall y al inventor de la kinesio tape. Estuve en un almuerzo con Joe Sacco y me dijo que soy muy buena intérprete. Manuele Fior me dio un beso en la mejilla.

Armé un mueble con Cavorite. Probé quesos y cervezas con Cavorite. Me fui de roadtrip con Cavorite. Estuve en un concierto de Franz Ferdinand con Cavorite. Comí ostras recién abiertas por Cavorite. Recogí fresas en un huerto junto al mar con Cavorite. Me enfermé del estómago y casi me desmayo encima del lecho de muerte de Frida Kahlo pero me cuidó Cavorite. Tengo mil y un recuerdos felices con Cavorite.

También hubo momentos dolorosos. Me fui entre una zanja en México y de milagro no me partí la pierna. Misaki tuvo un accidente y perdió un ojo. Sin embargo, ver How to Train Your Dragon me ayudó a entender que estará bien, que de hecho ya está bien y debo estar feliz de seguir con ella. Tener un perro es hermoso y durísimo al mismo tiempo.

Y como siempre, la sensación de continuidad. Nada empezará para mí cuando despierte mañana: volveré a la casa a cantar como siempre, a dibujar como siempre, a trabajar como siempre. Estoy muy contenta, a decir verdad.

Work from Home Day

Los jueves son días de teletrabajo en la oficina de Cavorite. Para mí casi todos los días son días de no ver a nadie. Nunca habíamos aprovechado para trabajar juntos, hasta ahora. Aunque en realidad no estamos juntos juntos: Cavorite está en el comedor y yo en el escritorio del cuarto. Desde nuestros respectivos puestos no nos vemos y tampoco nos oímos. De cuando en cuando uno de los dos se da una vueltecilla para descansar la espalda y saludar al otro.

En la mañana, antes de separarnos, hablamos de la tortura que son las oficinas abiertas: la empresa le pide a uno que dé el extra y sea súper productivo, pero es como esos concursos de televisión donde uno tiene que cumplir una misión que requiere mucha concentración mientras evade huecos, salta obstáculos sorpresa y le llueven pasteles encima. Entonces uno está dispuesto a hacer su trabajo pero al mismo tiempo tiene que ver cómo se las ingenia para ignorar las entrevistas de la radio que domina la sala, la conversación interminable de los dos del frente, el ruido de la chuzografía del de al lado, la vibración del escritorio por las piernas inquietas algún otro, el timbre incesante del celular de uno que está chateando más allá, y encima la mirada vigilante del jefe que realmente espera que uno esté súper enfocado y dé resultados en ese ambiente laboral.

A mediodía —tras dejarle a Cavorite en la mesa un dibujito donde soy un esqueleto sentado frente al computador esperándolo para almorzar— fuimos por takeout a un restaurante pakistaní. También pasamos por nuestra librería favorita para llevarnos un libro enorme de cocina con el que queremos ver si hacemos algo interesante. En el camino nos dieron una muestra gratis de los jugos de una nueva juguería. “Cold-pressed”, dice el letrero a la entrada del lugar, al igual que prácticamente todos los avisos relacionados con bebidas de frutas que uno pueda ver por estos lares. Puras ganas de meterle participio adjetivado a todo para cobrar más.

Después del almuerzo nos tomamos un té y comimos chocolates de los que siempre traigo del aeropuerto de Bogotá. El sol se puso en algún momento, seguimos trabajando hasta que no pude más del tedio y nos acabamos las sobras del almuerzo con agua de flor de jamaica y aplanchados de postre.

Ahora yo estoy escribiendo esto a modo de break (traduzco un par de frases entre párrafo y párrafo) y Cavorite está leyendo en la sala. Pronto nos iremos a dormir y mañana madrugaré a terminar el trabajo.

El problema de no escribir

El problema de no escribir es que la memoria no da para sostenerlo todo. Por ejemplo, desde ayer he estado tratando de recordar una frase sabia de Edmond Baudoin, pero solo vuelven a mí las circunstancias en las que me la dijo:

Yo estaba parada frente a una nevera con un pedazo de pizza en la mano y Baudoin, lleno de vida como siempre, diciendo que… Siempre va a ser difícil, pero es en la persistencia frente a la dificultad donde se mide lo mucho que uno quiere algo. Creo que es eso. Creo. Después me dieron una segunda tajada de pizza, una repleta de tomate jugoso por encima. Estaba rica pero difícil de manipular. Luego alguien me dijo que yo le parecía hermosísima y que se iba del país enamorado de mí, pero yo no pude darle ninguna respuesta inteligible porque en ese momento tenía la pizza agarrada en parte con la mano y en parte con los dientes y el jugo del tomate estaba goteando sobre mi vestido. Finalmente mis compañeros de hotel me anunciaron que había llegado su taxi y yo bajé corriendo las escaleras para ver si podía pegármeles y llegar a dormir temprano también. Otra persona corrió tras de mí y me preguntó si ya me iba. “No sé”, respondí. Y me fui.

Y la gran frase importante de Baudoin se quedó entre la nevera y las escaleras. Entre todas las cosas que debí haber escrito pero no lo hice porque para qué. He ahí el para qué.

El baile random

Nadie nos ve cuando hacemos el baile random. Es nuestro pequeño baile de victoria y lo hemos hecho en cada rincón del mundo donde nos hemos encontrado porque en todos lados nos ha pasado algo digno de celebrarse así. Siempre es diferente (después de todo, es random) y por ende no lo voy a describir.

El baile random no es algo que nos inventamos juntos: yo tenía el mío propio antes de conocerlo a él —mi ex lo detestaba—, y hay indicios de que él también tenía uno. Creo que la primera vez que salió a flote entre nosotros fue cuando entramos al cuarto que habíamos alquilado por Airbnb en Amsterdam y era mucho más bonito de lo que habíamos imaginado.

A veces me pongo a pensar en cómo algo que mi ex detestaba, y que tal vez hubiera sido mejor reprimir en pos de la conservación de nuestros afectos, resultó ser un aspecto natural de mi relación con otra persona. Es como verse empujando una pieza de rompecabezas entre otra donde las líneas de la imagen parecen corresponder pero uno no entiende por qué hay que hacer un poquito de fuerza para que encajen —”¿estarán mal cortadas?” se pregunta uno, tozudo que es—, y además desde donde uno está sentado no alcanza a ver que quedan espacios minúsculos entre pieza y pieza. Aparecen otras piezas alrededor y de pronto la diferencia imperceptible se hace patente: esa no era. Toca resignarse a despegarlas con la desilusión de no estar avanzando donde se creía tener terreno ganado.

Pero entonces uno saca otra pieza distraídamente de entre la caja y no sé cuál es la onomatopeya para la sensación y el sonido imperceptible del roce de dos pedazos de cartón recortado ubicándose perfectamente en su lugar, pero eso es lo que pasa cuando se encuentran dos personas que hacen el baile random cuando las cosas salen muy bien.

2 de octubre, día productivo

El presente post es solo para recordarme a mí misma que ser muy productiva no es tan difícil.

Hoy hice lo siguiente:

  • Escribí un post
  • Traduje un texto
  • Pinté algo con tinta china y pincel
  • Me hice un peinado relativamente elaborado
  • Fui al supermercado
  • Horneé galletas
  • Practiqué ukulele

Me siento sumamente orgullosa de mí misma.

Orangina générique

Esta mañana he pasado un buen rato pensando en una Orangina genérica que no me quise tomar en Suiza. Es una anécdota súper tonta: probé la Orangina en Francia, me gustó, volví a Suiza, la persona que me estaba alojando se encontró algo parecido a esa bebida en una máquina expendedora del lado francés de su lugar de trabajo, me la trajo, me puse brava porque no era lo mismo. Han pasado cuatro años desde el episodio y todavía me siento mal.

Debe ser porque estoy viendo la memoria desde este futuro como quien ve una película cuyo final ya conoce y le dice al personaje (que obviamente no escucha) “te vas a enamorar de él y te vas a arrepentir de ser tan mala gente”.

Supongo que no debería importar porque en otra parte de la película el personaje sabe que no se van a ver más y se recuesta contra el pecho del tipo de la Orangina genérica y llora y le deja toda la pestañina en su camiseta amarilla. Pero se vuelven a ver. Y luego no y luego sí y luego no y luego sí.

Así que ya lloré lo suficiente.

Y tampoco tiene caso pensar en lo malo anterior porque ahora todo está bien. Espero que mi yo del futuro pueda ver este momento y se ría y me diga que todo sigue estando bien, y que la Orangina no importa.

Distracción consciente (día 2)

Twitter y Facebook están bloqueados. El día laboral empieza con un rato de trabajo juicioso, pero pronto me siento agobiada y tomo el celular. Abro Instagram.

  • ¿Qué es Sascha Fitness?
  • ¿Qué hay en la plaza de mercado del 12 de Octubre? (sigo pensando en mi harina de almendras)
  • ¿Y en la plaza de mercado de Quirigua?
  • El celular timbra para decirme que hay un cómic que todo el mundo está retuiteando. Me detengo a verlo y resulta que tiene mal puestos los signos de admiración. ¿Es irónico? ¿Existe la puntuación irónica?
  • “¡El videoblog!”
  • Debería estar dibujando (reflexión epistolar)
  • Compra de pasaje EZE-BOG para que mi hermana pase Navidad con nosotros (estoy segura de que los adictos al juego sienten algo parecido a lo que yo siento cuando busco el mejor precio en la mejor fecha)
  • Dr. 90210
  • America’s Next Top Model mientras espero a que se arregle Internet (pero al fin no se arregla)
  • Foto de unas fotos de documento que me tomé en enero de 2011 (con maquillaje/sin maquillaje, el cambio es sorprendente)
  • Lamentaciones y dudas sobre dicha foto por manchas y falta de foco
  • Modern Family

Conclusiones:

  • Hay trabajos que avanzan a paso lentísimo y encima uno los evade con distracciones para no sufrirlos tanto. Las traducciones de documentos muy mal escritos encabezan la lista.
  • Hoy hubo menos puntos de distracción que ayer. No terminé el trabajo pero avancé bastante.
  • De todas maneras existen muchas cosas que quiero/debo hacer y no estoy organizando mi tiempo como debería para poder hacerlas.
  • ¿Qué pestañina estaba utilizando en 2011 que me dejaba esas pestañas de muñeca? Seguramente una Bourjois. Extraño tener esa marca de maquillaje a la mano, es buenísima. Al menos sé que la puedo conseguir en ASOS (se demora pero llega) o en el Duty Free de la sala de abordajes en El Dorado.

Distracción consciente

Hoy decidí hacer una lista de todas las cosas que me distrajeron a lo largo del día y por las cuales no terminé de hacer lo que tenía planeado. Seguiré esta observación a lo largo de la semana con la esperanza de que hacerme consciente de los desvíos que tomo me ayude a dejar de tomarlos y aprovechar mejor mi tiempo.

  • Vestidos que no voy a comprar porque leí que son caros y de mala calidad
  • Reseñas de la marca de los vestidos que no voy a comprar para confirmar que son demasiado caros para tener tan mala calidad
  • ¿Dónde venden harina de castañas en Bogotá?
  • Me rindo con la harina de castañas. ¿Dónde venden harina de almendras?
  • Marina Abramopug (si hiciera esto con Misaki sería Marina Abramopit)
  • El ice bucket challenge de los Foo Fighters
  • La lista de todos los peinados de Rory Gilmore en Gilmore Girls
  • Dr. 90210
  • America’s Next Top Model
  • “Hey, ladies—catcalls are empowering! Deal with it”
  • Nimona
  • El regreso de los pantalones de talle alto
  • “I am the Pull-Out King”
  • Garbanzos crujientes
  • Comprobación de mi aislamiento laboral
  • Rita Indiana – La hora de volver (¿por qué estoy viendo el video de una canción que ya sé que no me gusta?)
  • La noticia de la pareja que se casó en Israel en medio de las protestas porque él era musulmán y ella judía convertida al islam

Conclusiones:

  • Esto es vergonzoso. Sé que hoy estoy enferma pero esa no es excusa.
  • La mayoría de las distracciones son links de Facebook y Twitter. Mañana probaré bloqueando ambos.
  • Dos puntos de distracción en la lista corresponden a la televisión que veo mientras almuerzo. Lo malo es ver dos programas seguidos en vez de uno solo.
  • Voy a conseguir la harina de almendras y con ella haré una rica torta chocolatosa. Llevo mucho tiempo prometiéndome que voy a preparar las recetas de un blog que he seguido por años pero… me he distraído.

Lección para una coleccionista de islas

Colecciono islas. Es una afición que requiere paciencia; no se puede ir a todas al tiempo, y mucho menos se puede pretender abarcar todas en una sola vida. De todas maneras, una a una las voy visitando, dispuesta a que me enseñen cosas.

Rapa Nui es el lugar más inhóspito en el que he estado. En Hanga Roa (el único pueblo) hay casas y gente, sí, pero basta alejarse un poquito para quedar solo solo solo. Recorrí cuevas, caminé entre caballos salvajes galopantes, incluso tuve el placer —y quiero pensar que el honor— de tocar ukulele frente a un moai solitario sin nadie, absolutamente nadie, a mi alrededor.

Lo que llegué a entender estando allá era que llevaba mucho tiempo llorando por un amor perdido y ya era hora de dejarlo ir. Me refiero a Japón. No sé en qué momento entendí de repente que mi hogar durante cinco años no era el sueño de mi vida que yo había dejado escapar sino apenas un archipiélago en el mar donde está mi colección.

Desde que volví he estado estudiando japonés de a poquitos, al fin libre de la presión de sentirme una anomalía que fue allá pero no encajó lo suficiente, no se esforzó lo suficiente, no amó lo suficiente. Ya no siento la necesidad de desligarme de un idioma que aprendí, así que ahora lucho contra el olvido.

No sé cuál será la siguiente isla de la lista. En realidad, nunca se sabe. Vendrá cuando venga, y con ella, otra lección.

30歳

No me di cuenta de que estaba cumpliendo años porque estaba ocupada viendo moais en la Isla de Pascua. No me di cuenta de que ahora tenía edad de persona seria y organizada porque estaba en shorts y camiseta de colores haciendo la misma cara de mis fotos de adolescencia.