Principiante de yoga

Hoy fui por primera vez en la vida a una clase de yoga.

Está bien, no es la primera vez. Una vez, hace muchos años, mi amiga Lynn nos invitó a una clase que ella estaba tomando en un sitio en Usaquén. Me dio mucha vergüenza la manera como me temblaba todo al levantar las piernas. En otra ocasión, mi primer profesor de japonés, que también es instructor de yoga y pintor y biólogo y muchas cosas más, nos invitó a Himura (mi ex) y a mí a una de sus clases en el centro. Creo que yo no tenía ni la ropa apropiada, y una vez más, me dio mucha vergüenza no poder hacer nada de una manera que no fuera súper torpe. Además había un ejercicio en específico que me hacía doler la espalda terriblemente. Después supe que todo era por culpa de la escoliosis.

Podría haber desechado el yoga por siempre jamás, pero como me metí a una cosa de hacer ejercicio en diferentes lugares de Bogotá y mi rodilla no está para ponerme a saltar (y mucho menos hacer crossfit o algo así), pues decidí ver cómo me iba una vez más con el yoga. Elegí un sitio que ofrecía una clase de “yoga suave”.

Llegué temprano. La instructora me dijo que yo era la única en el estudio ese día. Le conté que yo hasta ahora estaba intentando empezar a hacer ejercicio. Lo que recordaba del yoga es que me había sentido en el infierno al intentarlo, pero esta vez no fue así. Claro que dolió y claro que no pude estirar nada bien, pero la instructora me tranquilizó varias veces: “eso es normal”. Salí relajada y contenta, y la instructora me dijo que esperaba que volviera. Yo sé que eso le deben decir los instructores a todo el mundo, pero a mí me pareció bonito sentirme bienvenida. Los espacios de hacer ejercicio me dan nervios.

2 Responses to “Principiante de yoga”


  • ¿También tienes rodilla de traductor? (Abundan los malestares de esa articulación en el oficio, no sé por qué).

    Qué bueno que te gustó. El yoga hizo maravillas por mí, aunque pocas de ellas fueron físicas 🙂

    • También, pero la mía es un caso muy leve (afortunadamente). Ya había mejorado con la fisioterapia pero no seguí con los ejercicios y me la gané otra vez. Entonces ahora sí figuró ponerme juiciosa.

      Del yoga me gustó también que me di cuenta de que no estaba pensando en nada mientras trataba de hacer las posturas. Tener un poco de paz cada cierto tiempo me parece algo sumamente atractivo.

Leave a Reply