Catorce de septiembre

  1. Acabo de pasar poco más de semana y media en un estero trabajando para una especie de Marlon Brando maduro pre-gordura (y su hijo tímido). Coqueto mas no asqueroso. La despedida fue inusualmente dramática. ¿Ampliación de la noticia? Después, tal vez.
  2. Volví del pantano justo a tiempo para asistir a un concierto de Raphael con mi mamá. Conseguimos las mejores sillas de todo el teatro. Lo tuvimos bien cerca. Las mujeres le gritaban “papacito”. Cantó “Payaso”, mi canción preferida, pese a que yo no la esperaba en el repertorio. Los dioses de los conciertos me tratan bien.
  3. Regresé a Twitter. La cantidad de gente que reapareció en el panorama fue como la escena de Encuentros cercanos del tercer tipo en la que el ovni aterriza, se abre la compuerta y sale un montón de personas que se habían perdido hacía muchos años. Demasiadas personas. No quiero seguir teniendo una lista de relaciones de mentiras. Si apenas nos leemos (sin mayor interés) y nunca nos decimos nada, no tiene caso mantenernos al tanto de nuestras vidas. Tal vez en últimas Twitter no sea para mí, quién sabe.

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