Mauricio Sampietro me enseñó en su clase de Filosofía que el ser humano pasa por cinco estados cuando recibe un impacto emocional.
1. Negación: la persona niega que el evento tuvo lugar.
2. Culpa: se buscan culpables para el hecho trágico.
3. Regateo: la persona trata de justificar, de negociar lo que realmente pasó.
4. Depresión: se cae en una depresión profunda por el suceso.
5. Superación: la persona supera el hecho y sigue adelante.
No sé si mi llegada a Iowa se pueda calificar como uno de esos impactos realmente graves porque no reconozco ninguno de los estados en mí. Bueno, tal vez el de la depresión, porque no me sentí muy bien a mi arribo. Tal vez yo esperaba algo distinto, un minimundo de gente pensante, un pueblito realmente pequeño donde se pudiera caminar para conocer; el paraíso de los genios, como se lo venden a uno cuando aún no está acá. Sin embargo, aquí nadie es genial salvo los profesores.
Me dio duro pensar que aquí yo prácticamente no soy nadie y debo labrarme mi camino hacia lo que fui en Colombia. Tal vez en Los Andes sea exactamente igual, pero la diferencia es que acá no hay papás, abuelos, tíos, hermana, primos, etc, que digan “Laurita tú eres fantástica”, y la sensación de que todo lo que en mí brilla acaba de ser cubierto por una espesa capa de polvo me lleva a meditar muy profundamente… Claro que los pensamientos/sentimientos vienen de maneras poco convencionales. A veces vienen en forma de llanto, a veces en forma de rabia, a veces en forma de dibujos o letras, o de conversaciones. No me entiendo muy bien, todos estos sentimientos que vienen tan de repente son extraños. Hago cosas que no solía, descubro lo débil que soy, y sé que debo hacer crecer mi caparazón muy pronto o me derretiré. Voy a seguir escribiendo después… Por ahora no tengo inspiración, y un cúmulo de pensamientos me acosa. Debo saber quién soy para convertirme en algo que yo realmente quiera ser después.
Estoy escuchando: Something to Sleep To, de Michelle Branch
Me siento: Profundamente meditabunda