愛の歌

… y escuché palabras que no entendía; pero vi sus ojos, sus manos volando sobre su corazón, y comprendí lo que quería decir. Aprendí a dibujar una palabra que más tarde me dolería, porque lo único que él me pedía era un trozo de los tantos años que componen mi vida, y yo no podía ofrecerle ese regalo por más que sintiera afecto por esas cejas de pinceladas gruesas y esa cascada de cabello de medianoche. Aún me acechan los recuerdos de la noche iluminada por el bombardeo proveniente del mismísimo cielo, las minúsculas bombas líquidas cayendo sobre mi capota, la penetrante mirada de ojos rasgados, sonriente y devastada… y yo huyendo de este estallido corriendo al refugio temporal de mi cuarto. Cada trueno es un latigazo que me recuerda que debo tomar una decisión respecto de este verde pueblo olvidado, pero pensando solamente en mí y en nadie más, como sabiamente lo dijera él.

Entonces oigo un eco proveniente de la tierra que sintió crecer mis raíces, es el clamor de alguien que se había negado siempre a soltar mi mano, y que cuando de repente sintió que cada vez tenía menos carne y huesos en su poder pensó que al mismo tiempo tenía menos alma. Se resignó con rabia, ocultó el deseo de volver a ver la luz de un día normal a mi lado tras una máscara de indiferencia convertida en furia. Y la tormenta de sus propios pensamientos lo volvió un ser incrédulo. O tal vez sí creía, pero yo ya no entendía… por el momento no entendería; yo ahora estaría dedicada a desenredar mis propios hilos. En el fondo sólo quiero oír ese clamor lejano y volver a sostener mi mano entre la suya, pero abro los ojos y de nuevo encuentro las cejas de pinceladas gruesas, los ojos rasgados…

Estoy escuchando: Twilight, de Vanessa Carlton

Me siento: Confundida/Desesperada

Discombobulated

La palabra discombobulated me persiguió durante todo mi trayecto en el avión de Miami a Chicago. Aún no tenía una idea clara de lo que quería decir, pero todo me parecía que estaba descrito por ese término. Ahora que encontré el significado (“confuse or disconcert“), estoy completamente segura de que es ésa la palabra justa para nombrar mi estado de ánimo en estos últimos días. Variable, ignorante de los cambios que dentro de mí se llevan a cabo, angustiada ante el vacío de un mundo tan nuevo. Sigo con la resolución de hacer crecer mi caparazón, y lo estoy logrando mediante el propósito de divertirme lo que más pueda. Acepto cada invitación y la gozo al máximo… a mi manera. Mato la depresión con siestas, y procuro que todo brille a mi alrededor. No es fácil, a veces vuelvo a caer en el remolino de la discombobulation, pero braceo con todas mis fuerzas para salir a flote, y al parecer lo estoy logrando. A veces tengo ideas horribles, demonios que intentan hechizarme y zombificarme, pero ahora he descubierto que tengo una espada para acabar con ellos. Puedo hacer que la impresionante luna roja no sea un símbolo de horror sino de grandeza, que la soledad y la compañía adquieran nuevos encantos que sin caparazón no lograba sentir. Si puedo dominarme a mí misma y fortalecerme, puedo hallarme entre tantos pensamientos perdidos que me sumergen en la discombobulation.

Todo se trata de encontrar el orden en medio del caos, supongo yo… y de ocultar la fragilidad del ser aislado tras la gran caparazón de una constante sonrisa.

Estoy escuchando: Something to Sleep To, de Michelle Branch (sí, de nuevo)

Me siento: Llena de ideas por aclarar acerca de mí misma/Optimista

N’est-ce pas?

Mauricio Sampietro me enseñó en su clase de Filosofía que el ser humano pasa por cinco estados cuando recibe un impacto emocional.

1. Negación: la persona niega que el evento tuvo lugar.

2. Culpa: se buscan culpables para el hecho trágico.

3. Regateo: la persona trata de justificar, de negociar lo que realmente pasó.

4. Depresión: se cae en una depresión profunda por el suceso.

5. Superación: la persona supera el hecho y sigue adelante.

No sé si mi llegada a Iowa se pueda calificar como uno de esos impactos realmente graves porque no reconozco ninguno de los estados en mí. Bueno, tal vez el de la depresión, porque no me sentí muy bien a mi arribo. Tal vez yo esperaba algo distinto, un minimundo de gente pensante, un pueblito realmente pequeño donde se pudiera caminar para conocer; el paraíso de los genios, como se lo venden a uno cuando aún no está acá. Sin embargo, aquí nadie es genial salvo los profesores.

Me dio duro pensar que aquí yo prácticamente no soy nadie y debo labrarme mi camino hacia lo que fui en Colombia. Tal vez en Los Andes sea exactamente igual, pero la diferencia es que acá no hay papás, abuelos, tíos, hermana, primos, etc, que digan “Laurita tú eres fantástica”, y la sensación de que todo lo que en mí brilla acaba de ser cubierto por una espesa capa de polvo me lleva a meditar muy profundamente… Claro que los pensamientos/sentimientos vienen de maneras poco convencionales. A veces vienen en forma de llanto, a veces en forma de rabia, a veces en forma de dibujos o letras, o de conversaciones. No me entiendo muy bien, todos estos sentimientos que vienen tan de repente son extraños. Hago cosas que no solía, descubro lo débil que soy, y sé que debo hacer crecer mi caparazón muy pronto o me derretiré. Voy a seguir escribiendo después… Por ahora no tengo inspiración, y un cúmulo de pensamientos me acosa. Debo saber quién soy para convertirme en algo que yo realmente quiera ser después.

Estoy escuchando: Something to Sleep To, de Michelle Branch

Me siento: Profundamente meditabunda