El culto a Laura

Un lindo año palíndromo se acaba en un suspiro, y antes de dejarlo ir quiero dar una última declaración: me gusta ser yo.

Sé que no soy la última Coca-Cola del desierto con tapita premiada, pero en lo que va corrido de mi vida amo lo que he hecho, amo aquello en lo que me he convertido. Me falta un largo trecho por recorrer, aún hay mucho que conocer; mi experiencia es apenas un pasito comparada a la de tantas personas que han caminado kilómetros y kilómetros.

Algunos dirán que estoy creando un culto narcisista, que es pecado hablar de uno como si uno fuera la última Coca-Cola del desierto en botella de colección con tapita premiada,… pero es bonito quererse. ¿Por qué —pregunto yo —si uno se desboca en halagos a la gente que adora y la hace sentir bien, uno no hace lo mismo con uno mismo? No es creerse algo que uno definitivamente no es, pero resaltar todo lo bueno que uno tiene y poder sonreír en las mañanas pensando “aquí donde me ven, nadie me conoce, no salgo en la televisión ni en los calendarios… y yo también brillo”. Odiarse sin razón es tonto, el exceso de humildad no lleva a ninguna parte. Jesús no se empequeñeció ni se quedó callado sabiendo que tenía tan buenas ideas. Miren adónde llegó.

No me importa escribirlo por todas partes y proclamárselo al mundo, no me importa lo que piensen de mí por creer en mí misma y apreciar a la gente que me infunde fuerzas: YO BRILLO.

Estoy escuchando: The Memory of Trees, de Enya

Me siento: Feliz

Sayonara

Kaoru Maeda se fue. La última imagen que tengo de él es un adiós con la mano en el diminuto aeropuerto de Dubuque. No había mucho que decir; era una madrugada oscura y ciega, adormecida por la densa niebla. Cómo pasa el tiempo. Tal vez fue ayer cuando llegamos al campamento Little Cloud y nos tomaron una foto, cuando intenté enseñarle a bailar merengue, cuando me dio mi primera lección de japonés: saiko. Se había convertido en una parte de mi vida cotidiana, verlo caminar con su saco de lana beige, hi, hi, how are you? good and you? fine thank you, see you later, see you! Durante aproximadamente cuatro meses existió la posibilidad de un see you later. Ya no. Estoy casi segura de que jamás en mi vida lo volveré a ver.

De Yusuke Kanaguchi tengo un abrazo y una inmensa cantidad de arigatos. Dentro de unas horas, ¿qué será de él? Se encontrará en algún lugar de Los Angeles comprando su tiquete para regresar a Japón. “Sayonara, LocoMen!” decía cuando nos despedíamos. Entre nosotros había una conexión amable, algo que siempre nos hizo sonreír al vernos. Aún no puedo creer que esté hablando en pasado, que ya no pueda exclamar “Hey, Kanaguchi!” al verlo. Es que ni siquiera podré verlo. Además, sé que nuestra amistad no era tan fuerte como para nunca perder contacto. Soy consciente de que aquí terminó todo con Kaoru y Yusuke. Qué horrible suena esa frase. Aquí terminó todo.

Habiendo intentado en vano hallar una idea contundente para terminar mi reflexión, lo único que puedo decir es… que tengan un buen viaje.

Estoy escuchando: el ruido de los computadores del ACC Computer Lab

Me siento: Meditabunda/Algo triste

If I Stand Alone in the Middle of the Snow and Nobody Sees Me

Hoy es el día número no-sé-cuánto de estar metida en este cuarto escribiendo ensayos que no me gustan. Estoy aburrida. Sí, estoy muy aburrida. No hallo la hora de que llegue el viernes para poder pensar en cosas bonitas y hacer algo nuevo, aunque a la gente nada le parezca nuevo y lo nuevo que yo haga no les interese en lo más mínimo. Exacto. Quisiera que a la gente le interesara lo que yo hago. O mirándolo mejor de otro modo, quisiera interesarle a la gente que me interesa. Estoy siendo muy redundante con lo que digo, pero en serio siento que tengo razón al decir que irse es morir un poco. Ya sólo quedan las memorias de mí, los ocasionales recuerdos de momentos vividos en el pasado. Soy el pasado. Ya estoy en el inframundo y mi llamado no se escucha.

Ojalá alguien se detuviera durante un solo instante a recordar que existo y preguntarse cómo estoy, en vez de exigirme que escriba y los mantenga al día como si yo fuera un periódico.

Estoy escuchando: los ruiditos del msn y las voces del pasillo

Me siento: En una montaña rusa mental: subo, a punto de explotar, y bajo, en un mar de tranquila