Bicentennial Man on a Quest

A veces extraño la época en la que pertenecía a una comunidad de blogs. Para ser claros, no extraño a la comunidad en sí: extraño tener blogs que leer. El grupo persiste de una u otra manera en alguna red social, pero las dinámicas del microblogging (que no es más que un chat lento) no me interesan.

En ocasiones, después de escribir aquí (o de intentar hacerlo sin conseguir nada), se apodera de mí una mezcla entre la añoranza y la curiosidad y me embarco en una breve e infructuosa búsqueda de sobrevivientes entre las ruinas del viejo internet. Al hacer clic en enlaces muertos o encontrar una última actualización con fecha de hace años me siento como Andrew buscando a sus homólogos robots en El hombre bicentenario. Hasta ahora no he dado con una Galatea que me guíe a alguna fuente útil de información. Acabo de caer en cuenta de que Galatea aparece en San Francisco.

Tal vez algún día, cuando las redes sociales se degraden aún más, encontraré algo brillante en los escombros. En San Francisco sigo teniendo un tesoro.

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